Rogelio Javier Alonso Ruiz*
De acuerdo con el INEGI, existe una
tendencia favorable en cuanto a asistencia escolar, sobre todo entre la
población de 3 a 5 años (preescolar) y de 15 a 24 años (media superior y
superior), que han aumentado en una década 11 y 12%, respectivamente, su tasa
de asistencia. La desaceleración demográfica representa una oportunidad para
concretar no sólo en nuestras leyes, sino en los hechos, la obligatoriedad
educativa, sobre todo cuando apenas el 63% de los mexicanos en edad típica de
educación preescolar o 46% de los situados en edad de educación media superior
o superior, asiste a la escuela. Sin soslayar otros factores como la dispersión
de la población o incluso factores socioeconómicos que influyen en el ejercicio
del derecho educativo, la disminución de la población a atender tendría que
traducirse en un incremento de la cobertura y la asistencia, para centrar los
esfuerzos con mayor determinación en la calidad de los servicios ofrecidos.
Aunque resulte contradictorio, parece aún lejana la universalización de la
educación obligatoria.
Uno de los avances más significativos
de los que da cuenta el censo se refiere a la alfabetización. Si bien las
diferencias entre algunas entidades son considerables, a nivel nacional la tasa
de analfabetismo ha pasado de 9.5%, hace dos décadas, a 4.7% actualmente. La
tendencia favorable se refleja también en la consolidación de las habilidades
básicas de lectura y escritura en los grupos más jóvenes: de los 15 a los 29
años hay un índice de casi el 99% de alfabetización, cifra que contrasta con el
hecho de que sólo tres de cada cuatro personas mayores de 75 años saben leer y
escribir. Es evidente pues que México transita hacia la erradicación, quizá no
en mucho tiempo, del analfabetismo. De seguir la tendencia actual, el próximo
censo podría reflejar un nivel de alfabetización cercano al 100%.
Las cifras arrojadas por el censo
confirman la falta de oportunidades educativas para los grupos más
desfavorecidos. De este modo, mientras el 4.9% de la población mexicana no
tiene escolaridad, en entidades como Oaxaca, Guerrero y Chiapas, la proporción se
dispara a más del doble e incluso casi el triple (10.2%, 11.6% y 13.3%,
respectivamente). No es casualidad que las tres entidades referidas se
encuentren entre las cuatro con mayor proporción de hablantes de lenguas indígenas
en todo el país. Así pues, información estadística como la mencionada refuerza
la idea de que en México el goce del derecho educativo es especialmente difícil
para aquellos que pertenecen a grupos vulnerables y que son quienes requieren
con mayor urgencia los efectos transformadores de la escuela, como en este caso
la tradicionalmente marginada población indígena.
El panorama educativo que pinta el
censo da cuenta, al igual que en muchos otros ámbitos, de la marcada
desigualdad entre los mexicanos. Se pude hablar de promedios para diversos
indicadores, pero entre las entidades existen valores muy lejanos entre sí. Por
ejemplo, en cuanto a asistencia escolar de jóvenes de 15 a 24 años, las
diferencias son considerables: mientras en la Ciudad de México la mitad de
ellos estudia, en Chiapas apenas uno de cada tres lo hace. Como el indicador educativo
anterior, en otros más las diferencias entre una entidad y otra son abismales,
tal como sucede en otras áreas de la vida social y económica del país. Aún más
lamentable, como se mencionó en el párrafo anterior, es que se pueda establecer
una correlación de las carencias educativas con otros factores como la
etnicidad o las precariedades económicas.
Aunque, dada la naturaleza del ejercicio, el Censo de Población y Vivienda 2020 presenta una visión muy general del paisaje educativo, permite reafirmar algunos de los desafíos más importantes en la materia, entre los cuales destacan dos. El primero es la consolidación de la asistencia escolar, que aún presenta márgenes de mejora importantes no obstante la disminución de la población infantil ya desde hace tiempo: es difícil, como nación, plantearse metas educativas ambiciosas cuando no se puede asegurar algo tan básico como que el alumno esté diariamente en su pupitre. El segundo reto, emparentado con el anterior, tiene que ver con la reducción de las desigualdades en las oportunidades educativas: desde una consulta tan general se alcanzan a advertir inequidades que se suscitan al interior de nuestro sistema educativo y que, en estudios más especializados, dan cuenta del ensañamiento contra grupos vulnerables como los indígenas, los pobres o las personas con discapacidad.
*Rogelio
Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc.
Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto
Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación
Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
REFERENCIAS
INEGI (2020). Panorama
sociodemográfico de México. Censo de población y vivienda 2020. México: autor.
INEGI (2020). Censo de Población y
Vivienda 2020. Tabulados del Cuestionario Básico. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2020/default.html#Tabulados
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