No basta la extinción material
para dejar de existir. A veces, el olvido, la irrelevancia y la inutilidad
pesan más que la ausencia física. Las Escuelas Normales, a partir de la
promulgación de las leyes emanadas de la Reforma Educativa, vivirán una
situación similar: seguirán existiendo, pero su intrascendencia las orillará
poco a poco al olvido.
La Ley General del Servicio
Profesional Docente (LGSPD) atenta contra el Normalismo como semillero de
profesores de Educación Básica. Si bien en el artículo veintidós transitorio de
esta ley se menciona que a las autoridades supuestamente les interesa mucho la
Educación Normal y por consiguiente realizarán un plan integral para elevar la
calidad de los egresados normalistas, en el artículo 24, referente al Ingreso
al Servicio, se menciona que los aspirantes para obtener una plaza de docente
deberán competir en igualdad de condiciones “sin demérito de (…) formación
profesional”, es decir, ya no importará si vienen de una Normal o de cualquier
otra institución.
Para intentar desviar la atención
de este error flagrante, se indica que se privilegiará el perfil pedagógico,
mas no que éste será un requisito indispensable para ejercer la docencia. Es
incongruente: pretender impulsar la calidad de los egresados normalistas pero a
la vez permitir que otros profesionistas ingresen al servicio docente. ¿Dónde
queda entonces la relevancia de las Escuelas Normales y, sobre todo, de las
públicas? ¿No confían las autoridades en su supuesto plan integral para
impulsar el normalismo o éste en realidad es un discurso vacío?
Sin duda es polémica la apertura
del ejercicio docente a cualquier profesionista, sin importar el perfil
requerido. ¿Sería correcto que en un hospital se sometiera a concurso una plaza
para cardiólogo dando apertura a oftalmólogos, pediatras, traumatólogos o
alergólogos, pues han llevado una formación afín? Con la presente ley, la
situación hipotética anterior se convertirá en realidad en el ámbito educativo.
Para ser docente en Educación Básica, ya no se necesitará forzosamente haber
cursado las carreras específicas para ocupar las plazas docentes, es decir
Licenciaturas en Educación Preescolar, Primaria o Secundaria, pues los
concursos para obtener plazas en estos niveles estarán abiertos a todos,
independientemente de su formación profesional. Aurelio Nuño, Secretario de
Educación, ha ido más allá de lo establecido por la ley: recientemente ha
anunciado que ya ni siquiera será necesario contar con una carrera afín a las
ofrecidas por las Escuelas Normales, sino que cualquier persona con licenciatura
podrá ser candidata a ingresar al servicio docente.
Esto es una ofensa para el
Normalismo pues, implícitamente, esta ley le dice a los estudiantes normalistas
que ya no serán los únicos con posibilidades de estar en un aula, aún cuando
fueron los únicos que se prepararon especialmente para ello durante cuatro
años. ¿Que desde siempre ha habido pedagogos, psicólogos y otros profesionistas
en el aula? Sí. ¿Que otros profesionistas han sido grandes profesores? Algunas
veces ¿Es lo ideal? Definitivamente no, mucho menos en Educación Básica. Lo
lamentable es que con la LGSPD esta inconveniente situación se legaliza.
Pudiera pensarse que las ideas anteriores representan un deseo monopólico por
parte de las Escuelas Normales para ocupar las plazas docentes, pero
simplemente se trata de respetar los perfiles y la preparación académica que
tienen sus egresados.
Así pues, la sentencia a las
Normales ha sido anunciada claramente por Aurelio Nuño, quien al referirse a la
formación inicial de los docentes, aseveró que "no es ya un monopolio nada
más de quienes estudian en una Normal". Disfraza el Secretario con esas
palabras su evidente deseo por dar cabida en las escuelas a un nuevo tipo de
maestro: alejado de la vocación docente y del sentido humano que tanto se
privilegia en las escuelas normales, desprovisto de fundamentos éticos y
pedagógicos que tan necesarios son en la labor docente, carente de identidad
profesional y, por tanto, de unidad entre sus colegas que pueda hacer frente a
las precarias condiciones laborales que busca imponer esta Reforma. Evidentemente,
las Escuelas Normales no son el lugar propicio para formar a docentes que se
ajusten a la concepción del mundo de los grupos neoliberales. De ahí, entonces,
el desprecio a estas centenarias instituciones.
Twitter: @proferoger85
Twitter: @proferoger85
"Esto es una ofensa para el Normalismo pues, implícitamente, esta ley le dice a los estudiantes normalistas que ya no serán los únicos con posibilidades de estar en un aula". Benvenida sea la competencia: que avancen quienes den los mejores resultados y se despida a los perores sea cual sea su formación. En las escuelas privadas, la mayoría de los docentes tiene formaciones distintas a las normales, ya sabemos como se desempeñas las privadas en comparación a las públicas en todos y cada uno de los campos del quehacer humano. Basta de defender su zona de confort.
ResponderEliminar¿Quién es para ti un buen docente? ¿Aquel que tiene la habilidad para contestar un examen? De ningún modo se pretende defender la supuesta zona de confort. Lo que se discute es que se permita ingresar al servicio de Educación Básica a alguien que no ha tenido la preparación para ello, como sí sucede con los normalistas.Y no olvides que los resultados de las escuelas privadas están asociados en gran porcentaje al contexto del cual provienen sus alumnos.
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