El significado de la victoria de Cañada Honda

Rogelio Javier Alonso Ruiz*

Durante el mes de junio del presente año, las autoridades educativas de Aguascalientes y las alumnas de la Escuela Normal “Justo Sierra Méndez”, de Cañada Honda, sostuvieron un conflicto motivado por la amenaza de reducir la matrícula de la institución y en permitir el ingreso de varones a la misma.  Luego de semanas de tensiones y negociaciones, finalmente, las autoridades y las estudiantes lograron un acuerdo. Sostener una matrícula de ingreso de apenas 120 estudiantes y preservar a una institución exclusivamente para mujeres quizá pueda representar poco para la mayor parte de la opinión pública. Sin embargo, la lucha y los logros de las normalistas de Cañada Honda, si se analizan de fondo, tienen un simbolismo gigantesco.

Un primer significado que se le puede atribuir a la victoria de Cañada Honda tiene que ver con la defensa de la matrícula normalista. En los años de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, la matrícula de las Escuelas Normales ha tenido un déficit de más de 37,000 estudiantes, es decir, la cantidad de normalistas se ha reducido más de una cuarta parte desde 2012, lo que representa un ataque sin precedentes al normalismo. Las futuras maestras de Cañada Honda se negaron a aceptar la reducción en la matrícula de ingreso de su institución  y, aunque sólo se trataba de 20 espacios, los defendieron viendo más allá de sus propios intereses, brindando así oportunidad para que las nuevas generaciones puedan disfrutar las mismas posibilidades de superación que ellas han tenido. El defender tenazmente esos 20 lugares en la matrícula de ingreso es, sin duda, una muestra ejemplar de la defensa de la educación pública.  

La victoria de las normalistas de Cañada Honda representa también un pequeño, pero muy significativo, freno a la embestida del gobierno no sólo contra las normales rurales, sino contra la escuela rural. Recientemente, el Secretario de Educación, Aurelio Nuño Mayer, ha anunciado un plan para reconcentrar a las escuelas pequeñas y dispersas de Educación Básica, aglomerando a sus estudiantes en centros escolares más grandes. Lo anterior representa un riesgo para la existencia de miles de escuelas rurales y a su vez, una señal de que las autoridades no están dispuestas a arreglar las indignantes condiciones materiales en las que se encuentran estos planteles (algunas instituciones indígenas, por ejemplo, carecen de tazas sanitarias, agua potable o techos duraderos), optando mejor por el abandono de las mismas. Lo sucedido en Cañada Honda tiene tintes similares: la reducción de la matrícula ha sido el preámbulo para la extinción de otras instituciones de este tipo, golpeadas también en términos de infraestructura; así pues, la victoria de las normalistas hidrocálidas representa la preservación de una  de esas escuelas rurales a las que el gobierno ha ignorado durante años y ahora amenaza con su desaparición.

El internado en la Normal de Cañada Honda, con todo y sus endebles condiciones materiales, representa la única vía de superación para cientos de hijos de campesinos y obreros de regiones cercanas al centro escolar. El alimento y hospedaje que en esa institución se ofrecen, son fundamentales para que los estudiantes que a ella asisten puedan ejercer su derecho a la educación. Así pues, las normales rurales representan en sí mismas un valor que parece perdido dentro de nuestro sistema educativo: la equidad. De este modo, al defender su institución, las normalistas defienden también este valor con el que, se supone, se debería brindar a los más desfavorecidos mayores oportunidades para su superación. 

La lucha de Cañada Honda también representó un gran ejemplo de lo que puede hacer el pueblo unido y organizado. En este episodio, fue grato observar la hermandad que prevalece entre los alumnos de escuelas normales rurales de todo el país. A pesar de las grandes distancias que los separan, los normalistas se unieron e incluso estuvieron presentes, provenientes de planteles lejanos, en las manifestaciones de las estudiantes de Aguascalientes.  

La victoria de las alumnas de la Escuela Normal Rural “Justo Sierra Méndez” puso en evidencia que los acostumbrados métodos represores por parte de las autoridades no son la vía para la solución de los conflictos. Las valientes normalistas no se intimidaron incluso ante las agresiones físicas brutales en contra, principalmente, de los estudiantes provenientes de la Normal Rural de Tiripetío. Las futuras maestras, aunque los gobernantes señalen hipócritamente que “se privilegió el diálogo para llegar a acuerdos”, los obligaron a que sus voces fueran escuchadas, a doblar las manos al ceder en sus malévolas intenciones, demostrando que con valentía, resistencia y organización pueden ser vencidas incluso las autoridades más perversas. El triunfo en Cañada Honda es un recordatorio de que puede más un pueblo organizado que un gobernante perverso.   

Como es de esperarse, fue lamentable y tendencioso el papel de algunos medios de comunicación al dar cobertura a los eventos relacionados con este conflicto. Desde aquellos que elaboraron encabezados engañosos que hacían suponer una lucha discriminatoria hacia varones (“Alumnas no quieren que acepten hombres en Normal de Aguascalientes”), hasta otros que centraban su atención casi exclusivamente  en las acciones radicales y de protesta emprendidas por los normalistas rurales (pintas, tomas de vialidades y edificios públicos, entre otras), soslayando, convenientemente, las omisiones del gobierno que derivaron en la generación de este conflicto. No obstante, lo anterior no mermó el espíritu de lucha de las normalistas, sabedoras de que su causa era justa e importante.

Así pues, es digna de celebrarse la victoria de las alumnas de la Escuela Normal Rural “Justo Sierra Méndez” de Cañada Honda, Aguascalientes. Olvidémonos de que sólo se rescataron 20 lugares en una matrícula de ingreso y celebremos lo que la lucha simbolizó. Inspirémonos en su ejemplar batalla para unirnos y organizarnos ante las injusticias, para no permitir que se atente contra la escuela pública, para obligar a las autoridades a escuchar las voces de inconformidad y para luchar por la equidad que tanta falta hace en nuestro sistema educativo. Aunque sólo fue una batalla, que ésta sirva de inspiración para afrontar la guerra que el gobierno ha emprendido contra uno de los derechos más sagrados de los mexicanos: la educación pública. 

Twitter: @proferoger85


*Docente colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Distribuidores Nissan No. 61 T.V.) y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía. 

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