*Rogelio Javier Alonso Ruiz
La Escuela Primaria Aniceto Castellanos se
ubica en la comunidad El Chanal, en la capital del Estado de Colima. La
institución atiende predominantemente a alumnos provenientes de un nivel
socioeconómico medio-bajo y bajo. Desde el ciclo escolar 2013-2014, ingresó al
programa de Escuelas de Tiempo Completo, en su modalidad de jornada ampliada
(seis horas). El plantel es uno de los 25,032 que, de acuerdo al quinto informe
de gobierno del Presidente de la República, operó en todo el país en 2017
como parte del programa mencionado, con
el cual se atendió a aproximadamente 3.6 millones de estudiantes, ejerciendo un
presupuesto de más de 10,000 millones de pesos.
En la Escuela Primaria Aniceto Castellanos no
existe, aún desde antes que ingresara al programa, una sola computadora para
uso de los alumnos y, aunque cuentan con servicio de internet, no disponen de
equipo que pudiera facilitar el acceso de los niños a la información. La
situación anterior se presenta no obstante que en el documento Orientaciones Pedagógicas para las Escuelas
de Tiempo Completo (SEP, 2009), se advierte que en este tipo de planteles “las
tecnologías de la información y la comunicación son un recurso educativo que
debe aprovecharse […] dentro y fuera de la escuela y favorecer nuevas formas de
consolidar aprendizajes en los alumnos” (p. 67).
El discurso de las autoridades al implementar
este tipo de planteles resaltaba que entre sus ventajas, derivadas de contar
con una jornada extendida, estaba la posibilidad de ampliar las oportunidades
para que los alumnos se apropiasen de una lengua adicional. En sintonía con lo
anterior, el documento orientativo de estas escuelas establece que el
aprendizaje de una segunda lengua es una de las líneas de trabajo fundamentales,
buscando “que los alumnos se familiaricen con una o más lenguas” (SEP, 2009, p.
70). Volviendo con la escuela primaria colimense a la que se ha hecho alusión,
nunca ha contado con profesores de Inglés y, aunque se pudiera argumentar que
sería responsabilidad del docente titular impartir tal asignatura, lo cierto es
que su formación profesional no contempló tal competencia.
Recientemente, se han incrementado las inconformidades
de los profesores de este programa no sólo por las razones expuestas arriba,
sino también por cuestiones económicas. En Colima, por ejemplo, el sueldo base
quincenal (40 horas de trabajo, en total) de un maestro de primaria con plaza
inicial es de 4,080.28 pesos. Por laborar las veinte horas quincenales adicionales
correspondientes al programa en cuestión (en su modalidad de jornada ampliada),
los docentes reciben una remuneración de 1,904.74 pesos. Así, se tiene que los
maestros perciben, hasta el año 2017, 102 pesos por cada hora trabajada en la
jornada regular, mientras que por la ampliada reciben 95.23 pesos. Aunque la
disminución en el sueldo del profesor no es tan considerable (hay una
diferencia de siete pesos), hay un abaratamiento de la labor docente con la
ejecución de este programa. Aunque sea por una cantidad mínima, se viola un principio básico de justicia: a igual trabajo,
igual salario.
Aunado a lo anterior, diversos profesores de
Escuelas de Tiempo Completo manifiestan su molestia por el hecho de que la
compensación recibida por participar en este programa no impacta favorablemente
en sus prestaciones y estímulos (aguinaldo, por citar uno), pero sí repercute
al ser considerado como objeto de gravamen y, por consecuencia, aumenta la
carga tributaria de los docentes. Lo anterior hace que la retribución por
participar en el programa sea aún menor. Además, los profesores reclaman la
falta de transparencia en los mecanismos de pago al personal docente y de apoyo
que labora en las escuelas que comprende este programa, al no habérseles
expedido un comprobante de pago con el cual puedan constatar formalmente las
precepciones a las que son acreedores. Por tanto, la falta de comprobantes de
pago genera sospechas en cuanto a la limpieza con la que son manejados los
recursos de este programa.
A pesar de las situaciones inconvenientes
anteriores, también son dignos de señalarse algunos puntos favorables del
Programa de Escuelas de Tiempo Completo. Por ejemplo, destaca su ubicación: la
mayoría de los planteles participantes se sitúa en localidades donde predomina
la pobreza, el hambre y/o la delincuencia; así, según el Quinto Informe de
Gobierno de la Presidencia de la República, de las 25,032 escuelas que en 2017
formaron parte del programa, 18,075 de
ellas se situaron en municipios en los que opera la Cruzada Nacional Contra el
Hambre y 6,424 en donde funciona el Programa Nacional Para la Prevención Social
de la Violencia y la Delincuencia. Asimismo, es destacable que en algunas
escuelas de este tipo se brinde servicio de alimentación, habiendo sido
beneficiados aproximadamente 1.6 millones de alumnos. Cifras como las
anteriores representan sin duda un esfuerzo por acrecentar la incipiente equidad
de nuestro sistema educativo.
Situaciones adversas como las explicadas en
párrafos anteriores son compartidas no sólo por docentes colimenses, sino de
todo el país. Además de las muestras de inconformidad, han generado un
creciente deseo en muchos maestros de abandonar el programa. Algunas
autoridades educativas han respondido negativamente a esta inquietud de los
profesores, argumentando que el programa aludido depende sólo de la aceptación
de la comunidad (a la cual, por cierto, nunca se consultó). Sin embargo, al
revisar el Acuerdo Número 16/12/16 por el
que se emiten las Reglas de Operación
del Programa Escuelas de Tiempo Completo para el ejercicio fiscal 2017 se
establece que mediante el documento Carta Compromiso de la Escuela, “la escuela
pública de educación básica expresa a la AEL [Autoridad Educativa Local] la
voluntad de participar en el Programa Escuelas de Tiempo Completo […]” así como
el compromiso para realizar las acciones correspondientes”. Así pues, según las
reglas de operación, es la escuela y su personal quien determina, por voluntad
propia, la aceptación del programa.
Las deficiencias en la organización y el
equipamiento de las escuelas, así como la insuficiencia de personal, entre
otros factores, han provocado que las horas adicionales de estos planteles sean
“más de lo mismo”. Numerosos estudios dan cuenta que el aumento de la jornada
escolar, por sí mismo, no repercute necesariamente en la calidad de los
aprendizajes. Así, por citar algunos ejemplos, Razo (2016) señala que “la
relación entre el tiempo y el logro de los estudiantes no es lineal. Su efecto
estará en función de la calidad de las interacciones y las experiencias
educativas” (p.634), coincidiendo con Martinic (2015) quien, entre otras ideas, establece que “cualquier innovación en
los tiempos escolares debe ir acompañada de cambios en las prácticas
pedagógicas y en los recursos disponibles para el profesor” (p.495).
Considerando lo anterior, se hace evidente la
necesidad de fortalecer la infraestructura de las escuelas pertenecientes al
programa en cuestión, así como propiciar una mejor organización de los procesos
organizativos y pedagógicos al interior de las escuelas y la contratación de
profesores que permitan completar adecuadamente los servicios que se ofrecen en
los planteles. Es urgente entonces que se susciten las modificaciones que
eviten que el programa de Escuelas de Tiempo Completo, como en el caso de la
escuela primaria de la comunidad El Chanal, Colima, se convierta en una simple
extensión de la jornada laboral.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Docente
colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Distribuidores Nissan No. 61 T.V.)
y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de
Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
REFERENCIAS
GOBIERNO DE LOS ESTADOS UNIDOS
MEXICANOS. Quinto informe de gobierno.
2016.2017. México: autor, 2017.
MARTINIC, Sergio. El tiempo y el aprendizaje escolar. La
experiencia de la extensión de la jornada escolar en Chile. En: Revista
Brasileira de Educaçao vol. 20, num. 61. Disponible en: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1413-24782015000200479&lng=es&tlng=es#fn04
RAZO, Ana. Tiempo de aprender. El aprovechamiento de los periodos en el aula. Revista
Mexicana de Investigación Educativa, vol. 21, num. 69. México: COMIE, 2016.
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14045395011
SEP. Orientaciones pedagógicas para las Escuelas de Tiempo Completo.
México: autor, 2009.
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