*Rogelio Javier Alonso Ruiz
La democracia, como es bien sabido, no se limita
únicamente al ámbito de elección de alguna autoridad o representante, sino que
va más allá: debería permear en el funcionamiento de la estructura misma de una
organización. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), sin
duda, debe pulir muchos elementos tanto de sus procesos electorales, como de
la dinámica misma de la organización. Para reflexionar sobre ello, en cuanto al
primer aspecto, se retomará la forma en que se eligen a los Comités Ejecutivos
Seccionales, mientras que en el segundo, el papel de los Representantes de Escuela
y los Comités Ejecutivos Delegacionales.
En cuestión electoral, las prácticas del SNTE
tienen que buscar la manera de perfeccionar dos aspectos: la forma en que se
emiten los sufragios y el valor que tiene cada uno de ellos. Hay una situación
que ilustra ampliamente el primer aspecto: los miembros de un Comité Ejecutivo Seccional
saliente tienen derecho a participar y votar individualmente en el congreso en
el que se elige a la nueva dirigencia sindical, por el contrario, el resto del
magisterio tiene que depositar sus intenciones electorales en un intermediario:
un comité delegacional. Así pues, los miembros de los Comités Ejecutivos
Seccionales tienen el privilegio de sufragar directamente, mientras que el
resto del magisterio tiene que hacerlo de manera indirecta a través de un intermediario.
El depósito de las intenciones de voto en un
delegado puede traer además otro riesgo. En términos democráticos, existe un
vicio al cual se le conoce como “tiranía de las mayorías”: cuando los intereses
de las mayorías se imponen, anteponiendo precisamente el principio de las
mayorías, pero además, someten y erradican a los de las minorías. Algo similar sucede
cuando los trabajadores eligen delegados para que sean ellos quienes con su
voto representen sus intenciones. Esto trae consigo un riesgo inminente para la
democracia sindical: la intrascendencia de los intereses electorales diferentes
a los del conjunto de delegados. Así pues, sólo por ejemplificar, puede que en una
delegación de 500 trabajadores, 200 no simpaticen con las preferencias
electorales de los delegados y, al votar éstos en función de lo que diga la
mayoría de su delegación, los 200 trabajadores en cuestión (que fungen como
minoría) serán ignorados electoralmente. De este modo, las prácticas
electorales sindicales, en algunos de sus niveles, favorecen prácticas
tiránicas de las mayorías.
Como se mencionó anteriormente, las prácticas
electorales del SNTE también, en algunos niveles, representan un agravio a un
principio democrático elemental: la igualdad en el valor de los sufragios. Así
pues, por ejemplo, en las elecciones de los nuevos Comités Ejecutivos Seccionales,
las intenciones electorales de un miembro del comité saliente tiene valor de un
voto, mientras que la del resto del magisterio, se aglutinan en un voto
depositado por el delegado o conjunto de delegados. De este
modo, surge un cuestionamiento evidente: ¿por qué la intención de un miembro
del Comité vale un voto, mientras que la intención de decenas de maestros tiene
el mismo valor al ser emitida por el voto de un delegado o un conjunto de
delegados? De este modo, se puede decir que en algunas prácticas electorales
sindicales (no en todas), el voto de algún integrante del Comité Seccional tiene
un valor infinitamente superior al de un profesor de la base.
La situación anterior deriva además en una
condición poco favorable para la vida democrática: dificultades para suscitar procesos
de alternancia. Al tener un peso mayor el de los integrantes de los miembros de
los Comités Ejecutivos Seccionales salientes, quienes tienen pase directo a los
congresos extraordinarios para elección de autoridades sindicales y votan de
manera individual y directa, es evidente que tienen mayor trascendencia en la
decisión electoral que la organización tome. De esta manera, el interés de este
grupo tendrá mayor peso en las urnas que el de los trabajadores de la base, lo
que lógicamente podría traer consigo la continuidad excesiva en los puestos de
gobierno sindical por personas afines a un mismo grupo. Los
sanos procesos de alternancia de una institución democrática, sin duda se
pudieran alcanzar, entre otros factores, mediante la práctica del voto
individual y directo en la elección de las más altas jerarquías de gobierno
sindical.
Uno de los pilares de la democracia es la
participación activa de la mayor cantidad posible de los miembros de una organización,
de modo que el diálogo, las decisiones y las acciones no siempre estén
centralizadas en las altas jerarquías de gobierno sindical. En cuanto a esto,
vale la pena que la dinámica organizacional del SNTE revitalice dos instancias
básicas: los Representantes de Escuela y los Comités Ejecutivos Delegacionales.
En cuanto a los primeros, actualmente algunos miembros del Comité Ejecutivo
Seccional han usurpado algunas de las atribuciones que de acuerdo al Estatuto
vigente de la organización tienen los representantes de centros escolares,
tales como servir de enlace entre sus representados y los órganos de gobierno
sindical. Aunado, a lo anterior, se han descuidado y, en algunos casos,
prácticamente olvidado, algunas funciones trascendentales de los Representantes
de Escuela, tales como la participación en reuniones bimestrales con sus
homólogos de otros planteles y el Comité Ejecutivo Seccional, además de celebrar
reuniones de trabajo con sus compañeros de plantel.
En relación a los Comités Ejecutivos
Delegacionales, desafortunadamente su participación en el funcionamiento de la
organización se ha ido limitando hasta, en algunos lamentables casos, servir
únicamente para la organización de eventos sociales. En algunos casos, esta
instancia sindical ha dejado de ejercer facultades importantes que le adjudican
el Estatuto sindical, tales como la atención y trámite de asuntos y conflictos
de trabajo, la gestión de plazas, prestaciones laborales y profesionales destinadas
a los miembros de la Delegación, la creación de grupos de estudio, culturales o
científicos, la demande de la eficiencia de los servicios médicos para los
miembros de la agrupación, etc. Así pues, se observa que, contrario a los
principios democráticos, las facultades importantes de algunas instancias de la
organización sindical, tales como los Representantes de Escuela y los Comités
Ejecutivos Delegacionales, han sido arrebatadas por miembros de la misma
organización sindical. La vida democrática y la participación dentro de la
dinámica organizacional del SNTE no debe iniciar desde las más altas
jerarquías, sino a la inversa, debiendo replantearse de modo que las instancias
de representación más cercanas a las bases tengan una trascendencia real en el
funcionamiento de la organización.
En suma, considerando situaciones como las que
en este escrito se han enunciado, es evidente que si se pretende hablar de un
sindicato democrático, el SNTE debe subsanar algunas prácticas que impiden una
democratización plena de la organización. Lo anterior sin duda pasaría no sólo
por la modificación de los estatutos sindicales, sino, además, por la
vigorización de los ya existentes. En materia electoral, deben buscarse los
mecanismos para hacer que el voto individual y directo de cada miembro de la
organización sea el vehículo para la elección de autoridades sindicales de alta
jerarquía. Si bien la figura de un
delegado es –o debería ser– importante en diversas tareas sindicales, no debería
ser el depositario de los votos de la base, pues éstos se simplifican en un
solo sufragio perdiendo drásticamente su valor matemático y, además, corriendo
el riesgo de contaminación de los intereses de las mayorías. Al practicar el sufragio individual y directo,
se estaría también eludiendo uno de los efectos negativos de la vida
democrática: la tiranía de las mayorías, es decir, la relegación de quienes
piensan diferente a los grupos mayoritarios.
En cuanto al funcionamiento de la organización
sindical se deben fortalecer y hacer valer las facultades que tienen las
diferentes instancias de representación, sobre todo aquellas más cercanas a las
bases, tales como los Representantes de Escuela y los Comités Ejecutivos
Delegacionales. De esta manera, al ampliar las posibilidades de acción para más
actores, sin duda la vida democrática del sindicato se acrecentaría, evitando
la centralización del diálogo y la toma de decisiones en los más altos puestos
de gobierno y así generando un mayor interés de la base en el acontecer de la
vida sindical.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Docente
colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Distribuidores Nissan No. 61 T.V.)
y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de
Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
REFERENCIAS
SNTE. Estatuto. México: Autor, 2013.
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