*Rogelio
Javier Alonso Ruiz
De acuerdo a la Convocatoria del
Estado de México sobre el Concurso de Oposición para el Ingreso a la Educación
Básica, ciclo Escolar 2017-2018, quien desee contender por una plaza docente de
Matemáticas en Educación Secundaria, deberá contar con título en la carrera
normalista de Educación Secundaria con Especialidad en Matemáticas o bien en
alguna carrera universitaria como Robótica, Mecatrónica o Estadística
Industrial, por mencionar algunas. Entonces,
aquel joven que busque prepararse para enseñar la asignatura en este nivel
educativo tendrá dos vías: una carrera normalista o una carrera universitaria.
¿Cuál le convendrá más? En términos de preparación pedagógica, no hay duda que
la primera; en términos de oportunidades de trabajo, la segunda es la opción
más favorecedora. Dicho coloquialmente,
al estudiar la carrera de Robótica un joven estaría “matando dos pájaros de un
tiro”, pues además de tener la posibilidad de ejercer en industrias, empresas o
centros de investigación, podrá, aunque no sea su especialidad, desempeñarse
como docente del nivel educativo mencionado.
El artículo 24 de la Ley General de
Servicio Profesional Docente (LGSPD) establece que el perfil de ingreso para
los profesores de Educación Básica “corresponderá al académico con formación
docente pedagógica o áreas afines que correspondan a los niveles educativos,
privilegiando el perfil pedagógico docente de los candidatos; también se
considerarán perfiles correspondiente a las disciplinas especializadas de la
enseñanza”. Así pues, aunque es entendible que un joven que desea prepararse para
profesor, en vez de elegir una carrera normalista, elija una universitaria,
alguien interesado en la calidad del servicio educativo probablemente se haría
preguntas como las siguientes: ¿En qué momento un estudiante de la licenciatura
de Robótica o Mecatrónica tiene acercamientos con la didáctica de las
Matemáticas? ¿Qué le enseñan sus maestros sobre teorías del aprendizaje?
¿Cuándo se le explica la relevancia de la evaluación formativa? ¿Cuándo se le
habla sobre las características físicas y cognitivas de los niños y los
adolescentes? ¿Cuándo tiene la posibilidad de practicar en un grupo escolar?
Si bien la presencia de profesionistas
con poca o nula formación pedagógica no es un fenómeno desconocido en las
escuelas mexicanas, la situación anterior ha sido aceptada por la LGSPD,
promulgada en septiembre de 2013. Aunque el abandono oficial a las Escuelas
Normales, el desprestigio público de la figura del docente y la represión a
estudiantes normalistas (rurales sobre todo) son factores de peso, a partir de la
LGSPD la matrícula normalista se ha desplomado de manera alarmante. Recientemente,
un estudio de Medrano, Ángeles y Morales (2017) ha revelado que para el ciclo
escolar 2015-2016 se presentó el número más bajo de alumnos normalistas en casi
medio siglo (44 años); tan solo en los primeros cuatro ciclos escolares del
sexenio del presidente Peña Nieto, la matrícula normalista ha tenido una
disminución de casi 20%, situación que no obedece a la contracción de la
población infantil y juvenil esperada para los próximos años, pero sí a los
factores que se mencionaron anteriormente, entre los que destaca la apertura de
las plazas docentes a licenciados no normalistas.
Lo establecido en el artículo 24 de la
LGSPD no sólo trae consecuencias negativas para las Escuelas Normales, sino
también para la Educación Básica y el magisterio como gremio. Si lo que se
desea es incrementar la calidad del servicio que se ofrece en las escuelas de
Educación Básica, no parece adecuado abrir las puertas a profesionistas que
únicamente tienen una preparación “afín”, y no especializada, para estar a
cargo de un grupo escolar. En cuanto a las afectaciones al gremio, la entrada
de profesores que no comparten un origen, que carecen de una identidad
profesional docente, que ven a la docencia como una opción secundaria a su
proyecto laboral, sin duda será un
terreno propicio para embestidas que pretendan acelerar la de por sí creciente
desprofesionalización del magisterio, algo que, en cambio, sería más difícil
con un cuerpo magisterial conformado por integrantes que valoran su profesión y
la ven como un proyecto de vida: ¿defenderá igual la dignidad de la profesión
docente quien encontró esta ocupación como una alternativa que quien desde
joven sintió la vocación por estar en las aulas?
La disminución de la matrícula
normalista, además de generarse por el hecho de que un universitario tenga pase
a los exámenes de ingreso al servicio profesional docente, posiblemente se
intensificará en un futuro, pues, tal como se establece en el documento Aprendizajes clave para la formación
integral. Plan y programas de estudio para la educación básica, las
universidades “deberán construir la oferta académica [docente] de la que ahora
carecen” (SEP, 2017, p. 42). Ante esto, un eventual enfrentamiento entre
universidades y escuelas normales sería totalmente disparejo: en cuanto a
tamaño, por ejemplo, mientras las primeras concentran a más del 90% del
estudiantado superior, las segundas apenas alcanzan un escaso 3%; aunado a lo
anterior, se agregan las diferencias en presupuesto, infraestructura, personal
y cuerpos académicos, entre otras, a favor de las universidades. Así
pues, dadas las condiciones actuales y la proyección a futuro, no es
descabellada la posibilidad de que las universidades tomen la batuta de la
formación docente, llevando a las Normales a un plano secundario, si no es que
a su extinción.
Mientras la Ley General del Servicio
Profesional Docente permita el ingreso al servicio de profesionistas con perfiles
semiespecializados o ajenos a la labor docente, no se podrá esperar una
recuperación de la matrícula normalista. Si lo que la Reforma Educativa buscaba
era precisamente incrementar la calidad de la educación, entonces es
incomprensible que se consienta que los nuevos maestros puedan contar
únicamente una formación “afín” a la labor educativa, y no exigir, en cambio,
una preparación especializada para esta tarea. Así pues, se quiere una
educación de calidad, pero contradictoriamente se da pie a que los nuevos
docentes sean egresados de escuelas que no privilegian la preparación
pedagógica. Es comprensible que los jóvenes, al momento de elegir una carrera,
dada la difícil situación económica por la que atraviesa el país, privilegien
los aspectos económicos y de
versatilidad laboral, en detrimento, en este caso, de la especialización en la
labor docente.
En suma, el artículo 24 de la ley en
cuestión representará quizá la concreción de un proceso de debilitamiento
sistemático que apunta hacia la extinción de las Escuelas Normales. Restó valor a la formación normalista,
afectando así no sólo la matrícula, sino la relevancia social de estas
instituciones. Transmitió la idea de que la labor docente es tan sencilla que
hasta un profesionista con escasas o nulas nociones pedagógicas puede
desempeñarla. En tauromaquia, la puntilla es un pequeño puñal que se que se
emplea para quitar la vida de los toros derrotados y moribundos, que previamente
han sido torturados físicamente, pero se aferran a la vida. Se emplea cuando la
estocada propinada por el torero, si bien generó un daño severo, no fue
suficiente para matar al toro, por lo que se hace necesario el uso de esta arma
para lesionar órganos nerviosos relacionados con la respiración y el latido
cardiaco de la bestia. ¿Algo similar
pudiera representar, a mediano plazo, el artículo 24 de la LGSPD?
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Docente
colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Distribuidores Nissan No. 61 T.V.)
y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de
Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter:
@proferoger85
REFERENCIAS
DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN. Ley General del Servicio Profesional
Docente. México: autor, 2013.
MEDRANO, V., ÁNGELES, E. y MORALES, M.
La educación normal en México. Elementos
para su análisis. México: INEE, 2017.
SEP. Aprendizajes
clave para la educación integral. Plan y programas de estudio para la educación
obligatoria. México: autor, 2017.
Estamos Frente a una de las consecuencias del Neoliberalismo Económico, pienso que esta es la fase final de la implementación del sistema educativo por competencias, del que hemos sido participes neofitos del trasfondo. Sistematicamente nos deslumbro la evaluación en el acto supremos de predistigitación, suficiente para presentar acciones firmes en el exterminio de la carrera docente acercado a sus alumnos desde las inteligencias emocionales. Terminar con la posibilidad de los pueblos que atienden los docentes normalistas rurales, eliminar toda posibilidad viable, de concocer y desarrollar una mejor vida social y laboral.
ResponderEliminarPosterior a esto dar paso en la brecha sin fondo al nuevo modelo matematico, frio, sistematico, orientador de pensamientos, globalizador de intereses para unos cuantos, de formación mental de alumnos automatas y autodidactas, hitleriano si me lo permiten. De producción en serie de personas que no han desarrollado un coeficiente cognitivo sustentado, faltos de valores, de principios contra natura y de ideologías destructivas. Alejados sistematica y paulatinamente de las practicas humanistas docentes, acercamientos a la cultura, las artes. Por tanto, personas faciles de gobernar y explotar, carentes de criterios personales firmes, metalizados, arrastrados por modas impuestas para mantener los ojos en las luces mientras la mano toma para si, la riqueza, fin ultimo de toda esta barbarie.
Contra la idoneidad solo queda insistir en la vocación, de lo que he hablado en varios foros!! Como sea, si todo esto es un proyector para acabar con la educación pública, entonces no se oirá ninguna voz que proteste!!
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