Rogelio
Javier Alonso Ruiz*
El pasado 12 de septiembre, el
Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció haber
propuesto el otorgamiento automático de plazas docentes para los egresados de
Escuelas Normales. Al ser cuestionado sobre la pertinencia de tal medida, el
jefe del poder ejecutivo expuso su confianza en que la preparación que se
brinda en estas escuelas es suficiente para el desempeño de la función docente,
por lo cual, incluso, la evaluación de ingreso no se encuentra contemplada.
Independientemente de la precisión del diagnóstico que motivó la declaración
del presidente, lo cierto es que parece devolverle a las Escuelas Normales la
confianza en la formación del magisterio que atenderá a la niñez y la juventud
del país, situación que se empezaba a diluir en los últimos sexenios. No
obstante lo anterior, lo que parece un regalo a las escuelas normalistas, en
realidad es un reto de magnitud considerable, pues supone la superación de
adversidades a las que se enfrenta el normalismo mexicano.
La situación por la que atraviesan las
Escuelas Normales es por demás compleja, distinguiéndose desafíos en diferentes
rubros. Uno de ellos tiene que ver con el personal docente. En relación a esto,
el extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), ha
advertido la necesidad de “procurar el funcionamiento de la reciente regulación
para el ingreso y la promoción a las instituciones de educación normal a partir
del principio del mérito, con el fin de asegurar que quienes se incorporan como
formadores de docentes tengan las competencias necesarias” (INEE, 2018, p. 37).
Aunado a lo anterior, se encuentra la urgencia de mejorar las condiciones
laborales de los maestros que ya se encuentran en las Normales: para el ciclo
escolar 2013-2014 cerca de la mitad de ellos (41.1%) tenían contratación por
horas, situación que, además de tener repercusiones en las posibilidades
económicas y de superación profesional, dificulta la participación en
actividades colegiadas (INEE, 2015, p.97).
Entidades federativas, como Colima, han tenido detenidos por más de diez
años los procesos de homologación, una de las vías para incentivar el
mejoramiento profesional del personal docente.
Desde el punto de vista pedagógico,
uno de los retos que el INEE ha detectado es la “vinculación entre los planes
de estudio delas normales y el currículo de la educación básica” (INEE, 2018,
p. 37). En las dos últimas ocasiones que se han cambiado los planes de estudio
de educación básica (2011 y 2017), las modificaciones en el currículo
normalista se han suscitado un año después, Adicionalmente a lo anterior, aún se observan
vacíos importantes en la malla curricular. Por ejemplo, en referencia al
currículo de la Licenciatura en Educación Primaria, se observan carencias asociadas a las
necesidades reales del desempeño en las aulas: a pesar de que casi la mitad de
las escuelas primarias son multigrado, no existe una asignatura destinada a
ello; asimismo, dos de las habilidades fundamentales de la docencia, la
planeación y la evaluación, apenas son abordadas de manera específica en un
curso compartido; además, se observan desequilibrios, como el hecho de que se
destinen seis cursos al aprendizaje del Inglés, pero sólo uno a la enseñanza de
la Historia o la Geografía.
En cuanto al nivel académico del
estudiantado normalista, los Exámenes Generales de Conocimiento (2013)
aplicados al final de la carrera, “muestran que la tecera parte o más de los
alumnos que estaban por egresar de la normal tenían un logro educativo
insuficiente” (INEE, 2015, p. 105). Asimismo, los Exámenes Intermedios de
Conocimientos (2013) manifiestan que existe una alta proporción de alumnos con
resultados insuficientes en las licenciaturas que se ofertan: 43.3% en
Educación Preescolar, 34.6% en Educación Primaria y 39.5% en Educación
Secundaria, con especialidad en Español (INEE, 2015, p.102). No obstante lo
anterior, destaca que el porcentaje de egresados de escuelas normales públicas:
75.1% (INEE, 2015, p. 103), es decir, la mayoría de los que ingresan a estas
instituciones egresan de ellas, pero, como lo demuestran las evaluaciones, lo
hacen con un logro académico mejorable. No obstante lo anterior, a la luz de
los concursos de ingreso al servicio profesional docente en 2014, 2015 y 2016,
los egresados normalistas siguen superando en porcentaje de idoneidad a los
egresados de otras instituciones de educación superior (Ruiz, 2018).
Al otorgar un pase automático para
ocupar plazas docentes a los egresados de Escuelas Normales, se vuelve
necesario cuidar el proceso de selección de alumnos para el ingreso a estas
instituciones. El problema es que “en muchos países miembros de la OCDE, los
alumnos que esperan trabajar como maestros tienen habilidades más pobres en
matemáticas y lectura que otros estudiantes que esperan trabajar como
profesionales, pero no como maestros” (OCDE, 2015, p. 1). En México no sólo se
presenta tal situación, sino que se acentúa: en 2006, mientras en países
reconocidos por buenos resultados educativos, como Finlandia, Corea o Japón,
quienes deseaban convertirse en maestros tenían puntajes mayores a 550 puntos
en el área de Matemáticas en la prueba
PISA, en México apenas superaban los 350 puntos (OCDE, 2015, p. 2). Se puede
decir entonces, de manera general, que la docencia no es precisamente la
primera opción de los mejores estudiantes del nivel medio superior.
Además de lo dicho en el párrafo
anterior, la rigurosidad del proceso de selección varía según las entidades
federativas: “el promedio de bachillerato requerido es distinto en las
entidades; en el ciclo escolar 2010-2011, el más bajo fue el solicitado en
Michoacán (6.0), y el más alto en Colima (8.5)” (INEE, 2015, p. 98). Así pues,
se hace evidente la urgencia de crear mecanismos de selección que aseguren que
los mejores estudiantes puedan acceder a espacios en las Escuelas Normales, aunque no se puede omitir
que lo anterior será posible también “si se pueden ofrecer salarios similares y
condiciones de trabajo como otros profesionales” (OCDE, 2015, p.4). No basta entonces
un ingreso más riguroso para atraer mejores aspirantes, la calidad académica de
éstos seguramente aumentará a la par del incremento de las retribuciones que
sean observables por el desempeño de la profesión, es decir, cuando se
cristalice la revalorización del magisterio que tanto ha pregonado el régimen
autodenominado como Cuarta Transformación.
El desinterés por elegir la profesión
docente se ha agudizado en los últimos años, ya que desde 2010 la matrícula de
las Escuelas Normales ha tenido un retroceso del 31% (SIBEN, 2019). Durante el
ciclo escolar 2013-2014 “en las normales públicas sólo 72.6% de los lugares
disponibles fueron ocupados” (INEE, 2015, p. 99), dándose casos de ocupación
muy baja, como en Campeche, donde “sólo 22.2% de los lugares disponibles se
aprovechó, mientras que en cuatro entidades la ocupación fue menor a 40%:
Sinaloa (30.8%), Distrito Federal (35.6%), Guerrero (38.8%) y Morelos (39.2%)”
(INEE, 2015, p. 101). La baja en la cantidad de aspirantes sin duda es un
obstáculo para poder establecer condiciones de ingreso más rigurosas para los interesados.
Se insiste en que la cantidad y muy probablemente la calidad de los aspirantes
se incrementarán cuando así lo hagan las condiciones laborales del magisterio.
La declaración del presidente en su
conferencia matutina debe ser tomada con cautela. Sólo el tiempo dirá si dar
preferencia a los egresados normalistas en la ocupación de plazas docentes es
un acto de reivindicación de las Escuelas Normales o simplemente el resultado
de la negociación entre facciones políticas, como acusan ciertos sectores
contrarios al grupo de poder actual. Cualquiera que sea el motivo, lo cierto es
que no debe manejarse como una concesión o privilegio, ni mucho menos como una
decisión ilógica: se está orientando el acceso a quienes invirtieron tiempo y
esfuerzo en formarse profesionalmente para el puesto al que aspiran. No se debe
poner en tela de juicio el hecho de que las Escuelas Normales son los lugares
indicados para la formación de los maestros de educación básica que el país
requiere. No obstante, se hacen
necesarias acciones concretas para el mejoramiento de estas instituciones y que
en los últimos años han sufrido no sólo de desprestigio en cuanto a su
relevancia social, sino además de abandono.
Por tal motivo, el debate de la
preferencia de normalistas para el otorgamiento de plazas debe estar
necesariamente acompañado de la discusión sobre el mejoramiento de las
condiciones de estas escuelas: desde la pertinencia de su currículo, la
atención a la calidad de la formación, ingreso y egreso de sus alumnos, la
conformación y condiciones de su planta docente, la infraestructura y su
autonomía, entre otros aspectos. De este modo, considerando el panorama actual
de las Escuelas Normales, se puede suponer que el otorgamiento de plazas
automáticas para los egresados de estas instituciones debió haber sido la
coronación de un proceso de fortalecimiento de estas escuelas. No al revés.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Docente
colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y de
Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de
Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter:
@proferoger85
REFERENCIAS
INEE. Educación
para la democracia y el desarrollo de México. México: autor, 2018.
INEE. Los docentes en México. Informe 2015. México: autor, 2015.
OCDE. Pisa in focus. Who wants to become a teacher? Disponible
en: https://www.oecd-ilibrary.org/education/who-wants-to-become-a-teacher_5jrp3qdk2fzp-en
(Consultado: 14 de septiembre de 2019).
RUIZ, Yamil. ¿Quiénes tienen éxito en los exámenes del Servicio Profesional Docente?
Disponible en: https://educacion.nexos.com.mx/?p=1577 (Consultado: 17 de
septiembre de 2019).
SEP. Sistema de Información Básica de la Educación Normal. Disponible
en: www.siben.sep.gob.mx (Consultado: 17 de septiembre de 2019).
El discurso de "la mejora" en la formación inicial de docentes, habría que explicarla o situarla con base en otras relaciones, no sólo en cuanto a resultados de la ocde, ine, o ponderaciones ideológico-políticas subrepticias, que simplifican los procesos educativos.
ResponderEliminarEl discurso de "la mejora" en la formación inicial de docentes, habría que explicarla o situarla con base en otras relaciones, no sólo en cuanto a resultados de la ocde, ine, o ponderaciones ideológico-políticas subrepticias, que simplifican los procesos educativos.
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