Rogelio Javier Alonso Ruiz*
El discurso oficial actual ha
abrazado, desde el primer día, la idea de la revalorización del magisterio. Se
ha insistido una y otra vez, al menos en las palabras, que la profesión docente
está siendo mejor valorada por la sociedad. No obstante, existen situaciones
que contravienen a esta afirmación. Prueba de ello son las constantes afectaciones
al salario de los profesores. ¿Se puede hablar de que a un profesionista se le
valora cuando no se le paga en tiempo y forma? En los meses recientes, se han
suscitado problemas en diversos grupos de profesores: del Programa Escuelas de
Tiempo Completo o del Programa Nacional de Inglés, así como de Educación Media
Superior a Distancia o, en general, adeudos de prestaciones como los
aguinaldos.
Uno de los programas federales que
recurrentemente se ve implicado en problemas de pagos es Escuelas de Tiempo
Completo: se ha hecho ya una costumbre que los maestros deban trabajar “fiado”,
ante la tardanza de los trámites y la transferencia de recursos entre
autoridades locales y federal, lo que conlleva a que en muchas entidades los
docentes reciban su pago con un retraso de hasta tres meses. En 2019, 595
escuelas de Morelos y 17 de Colima, decidieron dejaran de laborar el tiempo
adicional correspondiente al programa, mientras que en Durango varios planteles
decidieron realizar paros de labores. Ya en 2020, los retrasos en los pagos han
provocado protestas de docentes en entidades como Sinaloa, Baja California, Campeche
o Jalisco. Los adeudos a los maestros de este programa fueron incluso abordados
en noviembre pasado en la Cámara de Senadores: a través de la Comisión de
Educación, se exhortó al gobierno a saldar las deudas que tiene con los profesores
de estas escuelas. Mientras hay acusaciones mutuas entre gobiernos estatales y
federal, los maestros año con año sufren los mismos retrasos, aunado a una
disminución a la de por sí reducida percepción por su participación en este
programa.
Los problemas salariales también han
afectado a los maestros de planteles de Educación Media Superior a Distancia
(EMSAD) y Telebachilleratos. En noviembre, en Tlaxcala, estos profesores
realizaron protestas en espacios públicos ante el retraso del pago retroactivo
al incremento salarial (que debió haber sido realizado en julio), así como de
otras prestaciones. En Colima la situación es aún peor: profesores denunciaron retrasos
de hasta tres meses en el pago de sus quincenas que, hasta diciembre,
finalmente se regularizaron. En los dos conflictos, las autoridades locales
señalan a las federales por la falta de entrega de los recursos
correspondientes.
Las afectaciones referidas también han
alcanzado, desde hace varios años, a los profesores del Programa Nacional de
Inglés (PRONI). En Morelos, por ejemplo, maestros de este programa denunciaron
la falta de pago de una de sus quincenas, aunado a protestas que han realizado
en busca del reconocimiento de derechos laborales como, en el plano monetario,
es el aguinaldo, del cual carecen. De manera similar, en Baja California Sur, a
mediados de 2020 apenas se regularizó el pago de un mes de trabajo de estos
docentes. Situaciones como las anteriores han llevado a la conformación de la
agrupación “Teachers haciendo camino”, que concentra a profesores de este
programa, y ha denunciado problemas como el ya referido retraso en los pagos,
además de no contar con vacaciones o días festivos pagados, ni aguinaldo,
servicios médicos o incapacidades hasta por gravidez. Son quizá los maestros de
PRONI quienes enfrentan una situación laboral más precaria.
El pago de los aguinaldos también
generó situaciones conflictivas en algunas entidades. Las más visibles fueron
en Nuevo León e Hidalgo, donde profesores realizaron protestas en sus
vehículos, inconformes por el retraso de esta prestación, bloqueando calles y carreteras.
En las dos entidades, el gobierno se excusa en dificultades económicas
propiciadas por la pandemia, así como en falta de apoyo por parte del gobierno
federal; asimismo, las dirigencias sindicales nuevoleonesas e hidalguenses han
tenido una postura comprensiva hacia el gobierno. En Colima, a finales del año
pasado, fueron necesarias movilizaciones de los profesores estatales para el
pago de bonos y prestaciones atrasadas; cabe destacar que en esta entidad parte
de las protestas se dirigieron también hacia el propio líder sindical, quien
inexplicablemente, a pesar de haber tenido que dirigir plantones para arrancar
del gobierno los pagos pendientes, no ha dudado en calificar al máximo
mandatario estatal como “sensible” ante las necesidades del magisterio.
Como se ha visto, los problemas
salariales han sido frecuentes en los últimos años independientemente de la filiación
política de los gobiernos en turno. ¿Cómo conciliar el discurso que presume una
revalorización del profesorado con tantos atropellos a su salario? ¿Se valora a
un profesionista cuando no se le remunera en tiempo y forma por su trabajo?
¿Cómo decir que hay una recuperación del valor del magisterio cuando no sólo
hay adeudos en el pago de sus salarios, sino además no existen, desde hace tres
años, mecanismos para que los maestros puedan incrementar sus percepciones?
¿Cómo decirle a un docente de Inglés, que laboralmente no tiene derecho a
servicios médicos o a un aguinaldo, que su tarea está siendo mejor considerada?
Probablemente haya quienes acusen de
insensible al magisterio al hacer reclamos salariales cuando el panorama
económico del país es adverso debido a la pandemia, pero debe decirse en cambio
que las afectaciones salariales son añejas, no surgieron a partir de la
contingencia sanitaria. No deja de reconocerse que en el contexto actual los
profesores son afortunados de contar con un pago quincenal seguro gracias al
trabajo que realizan cotidianamente y que han tenido la posibilidad de ganarse
el sustento desde casa (con todas las fallas e injusticias que la estrategia
educativa a distancia implica), oportunidad inaccesible para muchísimos
mexicanos. No obstante, lo anterior no debe ser motivo para soslayar las
injusticias salariales de las que son víctimas los maestros. Si es que se quieren
dar pasos firmes hacia esa hasta el momento abstracta revalorización del
magisterio, sin duda se debe empezar por el respeto a un derecho a una
remuneración digna y justa. La realidad indica, evidentemente, que sigue
habiendo tropiezos en ese camino.
*Rogelio
Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc.
Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto
Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación
Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
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