Rogelio Javier Alonso Ruiz*
El 23 de marzo de 2021 el Instituto
Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó los resultados de la
Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED),
cuyo objetivo general se centra en el conocimiento del impacto por la
cancelación provisional de clases presenciales, en la experiencia educativa de
niños y jóvenes de 3 a 29 años de edad. Aunque ofrece una mirada general sobre
el acontecer educativo durante la pandemia, centrándose en temas como la
dinámica de la matrícula o el uso de tecnología, la información que arroja la
consulta contrasta con la postura oficial, caracterizada por el optimismo y los
resultados favorables.
De acuerdo con la encuesta, sólo 5.3%
de la población objetivo manifestó emplear la televisión digital en sus
actividades escolares o clases a distancia. Llama poderosamente la atención
este dato al ser los programas televisivos uno de los componentes principales
de la oferta oficial: se esperaría, después de que fueron destinados varios
cientos de millones de pesos a televisoras privadas para ampliar la cobertura
de las clases remotas, un mayor uso de este medio de comunicación. El dato
podría motivar sospechas en cuanto a la calidad de las clases por televisión,
su desestimación por alumnos y padres de familia e incluso un posible descarte,
por parte de los docentes, de los procesos de enseñanza.
La pandemia ha golpeado la matrícula:
se estima que 1.8 millones de estudiantes, de entre quienes cursaron el ciclo
2019-2020, ya no se inscribieron al 2020-2021 tan solo por razones relacionadas
con la pandemia o la falta de recursos. Tal cifra supera a los 1.1 millones
que, para el ciclo escolar 2017-2018, abandonaron la escuela de primaria a
media superior (MEJOREDU, 2020, p. 136). Es importante tener en cuenta que la
encuesta fue realizada en diciembre de 2020, previo a la fase más aguda de la
pandemia en México (enero), por lo que la cantidad de niños y jóvenes fuera de
la escuela podría ser considerablemente mayor actualmente. Se ha insistido a
los docentes que busquen por todos los medios posibles continuar la comunicación
con sus alumnos, pero ¿qué estrategia ha realizado la autoridad para contener
la avalancha de estudiantes expulsados? ¿A cuántos de esos alumnos se podrá
recuperar?
Hace algunas semanas la SEP emitió un
comunicado en el que señaló que, de acuerdo a un estudio, nueve de cada 10
estudiantes habían aprendido con la estrategia educativa a distancia. En su
momento, Esteban Moctezuma, compareciendo ante el Senado, refirió que la
pandemia no había afectado la calidad de los aprendizajes. La consulta del
INEGI hace dudar de tales aseveraciones: entre quienes no concluyeron el ciclo
escolar 2019-2020 por causas asociadas al COVID- 19 (435 mil estudiantes),
26.6% señaló a la poca funcionalidad para el aprendizaje de las clases a
distancia como el motivo principal que los llevó a dejar la escuela.
Los elogios del discurso oficial a la
labor del profesor, si bien merecidos en muchísimos casos, son peligrosos
cuando pretenden transmitir una imagen de perfección y así soslayar oportunidades
de mejora. En ese sentido, la consulta del INEGI complementa las expresiones
favorables de las autoridades, haciendo alusión a desventajas que podrían estar
relacionados directamente con la acción docente: 27.1% de los informantes de la
encuesta ha señalado la falta de seguimiento al aprendizaje de los alumnos como
una de las principales desventajas de las clases a distancia, mientras que 18.8%
al exceso de carga académica y actividades escolares. Si bien la estrategia
educativa a distancia se ha mantenido en pie, de manera general, gracias al
ímpetu del profesorado, vale la pena también reconocer y trabajar sobre los
yerros cometidos en esta empresa.
Como se observa, el resultado de la
encuesta realizada por el INEGI dibuja un panorama mucho más complejo del que se
reconoce en los discursos oficiales. Pone de manifiesto problemas para los que
se esperarían acciones específicas por parte de toda la comunidad educativa,
empezando por el abandono escolar. El golpe que la pandemia ha dado a las
escuelas merece pues una bien pensada estrategia de recuperación. El regreso a
clases, en el momento que se tenga que dar, debería estar precedido por una
reflexión profunda en torno a los fines y medios de la reactivación escolar
presencial. Es de celebrarse que una
consulta como ésta ponga sobre la mesa de debate la voz, muchas veces ignorada,
de las familias mexicanas. Al igual que otros ejercicios realizados en sectores
académicos, la encuesta efectuada por el INEGI brinda elementos para desenmascarar
una postura que pretende minimizar los efectos de la pandemia y, mediante una
escasa autocrítica, asumir que todo lo realizado va por buen camino.
*Rogelio
Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc.
Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto
Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación
Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter:
@proferoger85
REFERENCIAS
INEGI (2021). Encuesta para la
medición del impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID_ED). Presentación de
resultados. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2021/OtrTemEcon/ECOVID-ED_2021_03.pdf
MEJOREDU (2020). Indicadores nacionales
de la mejora continua de la educación en México 2020. Cifras del ciclo escolar
2018-2019. México: autor.
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