Rogelio Javier Alonso Ruiz*
La Real Academia Español (RAE)
establece las siguientes acepciones para el término profesional: que ejerce una profesión; que practica habitualmente
una actividad, incluso delictiva, de la cual vive; y, dicho de una persona que
ejerce su profesión con capacidad y aplicación relevantes. Así pues, al unir
las tres acepciones establecidas por la RAE, es posible definir a un
profesional como alguien que practica de manera competente una profesión, la
cual le da las posibilidades de solventar sus necesidades para vivir
dignamente. Para Jurjo Torres (1998), la profesionalización de los docentes
pasa ineludiblemente por tres acciones: “a) Incrementar el status social y
económico del profesorado. b) Establecer una formación inicial del profesorado
de calidad. c) Crear y potenciar la formación continuada del profesorado ya en
ejercicio” (p. 177). Al considera estas condiciones, la profesionalización del
magisterio queda entredicho.
En relación al status social y
económico, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE), en su publicación Panorama de la
Educación 2016. Indicadores de la OCDE (OCDE, 2016), los docentes mexicanos
son de los que más trabajan a cambio de tener de los sueldos más bajos dentro
de la organización que agrupa a 35 países. Mientras el promedio de ingresos
anuales de profesores de los Estados de la OCDE, en 2014, fue de 42,675 dólares,
los docentes mexicanos apenas superaron la mitad de estos ingresos: 28,262
dólares. El salario de los maestros mexicanos se abarata aún más al considerar
que ocupan las primeras posiciones en cuanto a horas de trabajo anuales, 800en
promedio por 788 horas como media de los países miembros de la organización. El
ingreso de los maestros mexicanos pierde aún más su valor al tener en cuenta que,
en promedio, a cada docente le toca atender a 28 alumnos, es decir, casi el
doble de los que atienden el resto de los profesores de la OCDE (15). Así pues,
los maestros mexicanos, en relación con los otros países de la organización,
son los que pasan más tiempo en las aulas, con los grupos de alumnos más
grandes, a cambio de los salarios más bajos.
El declive económico de los
docentes mexicanos se ve reflejado en los raquíticos incrementos salariales
conseguidos en los últimos años por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE). Año con año el
incremento salarial va perdiendo fuerza, al grado que, para 2017, el aumento
logrado (3.08%) ni siquiera alcanza para hacer frente a la inflación de los
precios de los productos y servicios en México. La evolución del aumento
salarial a los profesores no deja duda de que sus condiciones económicas van en
un descenso sostenido: de haber tenido un aumento del 4.9% en 2009 y 3.5% en
2014, se llegó a un miserable 3.08% en el presente año. Tales cifras, junto con
las proporcionadas por la OCDE, demuestran que uno de los aspectos
indispensables para la profesionalización del magisterio (el económico), ha experimentado
un deterioro realmente considerable. Las tendencias observadas en la evolución
del incremento salarial de los maestros hacen suponer que cada vez será menor
el provecho económico de esta profesión.
Jurjo Torres señala, como segunda
condición para la profesionalización del docente, una formación inicial de
calidad. Las Escuelas Normales, instituciones centenarias en la formación magisterial,
han sufrido golpes sin precedentes durante el sexenio de Enrique Peña Nieto,
vislumbrando una posible reducción o incluso desaparición de este tipo de
centros escolares: según el Sistema de Información Básica de la Educación
Normal (SIBEN), en tan solo cuatro años de su administración (2012-2016) ha
aniquilado a más de una cuarta parte de la matrícula normalista (37,259
estudiantes, es decir, 28.5%). La condición laboral de los profesores
normalistas es uno de los componentes esenciales para que en este tipo de
escuelas se ofrezca una formación de calidad. Al analizar la forma de
contratación de los maestros, se advierte que durante el ciclo escolar
2016-2017, sólo el 58.9% se encontraba basificado. La basificación no sólo
repercute en la estabilidad laboral sino que es requisito para participar en
los procesos de homologación, los cuales permiten al docente ver incrementadas
sus percepciones a partir de su desempeño y formación. Así pues, cuatro de cada
diez profesores normalistas no tienen opciones de superación laboral y económica,
aunado a la carencia de prestaciones. Sin soslayar las áreas de oportunidad de las
plantillas docentes normalistas, es de
suponer que este tipo de situaciones tienen un impacto negativo en la calidad
del servicio que se ofrece en estas instituciones. Considerando el panorama de
maestros y alumnos, es posible advertir un panorama complicado en cuanto a la
formación docente inicial.
En relación a la última de las
condiciones propuestas por Jurjo Torres para la profesionalización docente, la
formación continua, hay una perspectiva desalentadora. En el estudio Los docentes en México. Informe 2015 (INEE,
2015) es posible advertir una crisis
severa en la formación continua que se ofrece a los profesores. En el año 2013,
el presupuesto otorgado al Sistema Nacional de Formación Continua se tradujo en
un raquítico promedio de 363.91 pesos para las actividades formativas de cada
docente de Educación Básica. Tal falta de voluntad de las autoridades para
asignar recursos a este Sistema es un reflejo del poco interés por contar con cuerpos
de docentes mejor preparados. El Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación (INEE), en suma, reconoce las “desfavorables condiciones materiales y
de infraestructura, servicios y recursos humanos para los dispositivos de
formación” (2015, p.119) de los docentes.
Un caso muy ilustrativo de la
trágica formación continua es el de los Centros de Maestros, instituciones
especializadas en la actualización y la capacitación de los docentes. El
estudio referido en el párrafo anterior hace alusión a que, producto del escaso
presupuesto del Sistema Nacional de Formación Continua, se detectó que “en
promedio, cada centro atendía a 267 escuelas (…), y para hacerlo, 83% del
conjunto total contaban con un equipo conformado por no más de diez personas”
(INEE, p.117). Con esta carga inhumana a
la que son sometidos los Centros de Maestros, no es difícil imaginar la calidad
de formación que se ofrece a los centros escolares y docentes a su cargo.
Las deficiencias en la formación
continua se manifiestan también en el programa de tutoría destinado a dar
acompañamiento a los docentes de nuevo ingreso. En el documento La Educación Obligatoria en México. Informe
2017 (INEE, 2017), se dejan entrever fallas serias en los procesos de
tutoría a los maestros de nuevo ingreso, tales como una tasa baja de respuesta
para desempeñar la tutoría (¿motivada por aspectos económicos?); dificultades
para establecer comunicación entre tutores y tutorados; o necesidades
formativas y de acompañamiento no cubiertas por los propios tutores. Asimismo,
se advierte una posible simulación de los procesos de tutoría, pues casi la
mitad de los tutorados (44.6%) del ciclo escolar 2015-2016 no tuvo al menos una
sesión de tutoría, mientras que ni siquiera un tercio de los tutores del ciclo
escolar 2014-2015 recibieron incentivos económicos por haber desempeñado su
función. El documento referido se deja entrever una posible improvisación para
la realización de las tutorías: carencia de condiciones institucionales mínimas
y la falta de definición de procesos fundamentales y facultades de los actores.
Así pues, considerando lo expuesto en líneas anteriores, es evidente
que la Reforma Educativa concretada en 2013 fue la cereza del pastel de un
proceso largo que derivó en hacer de la docencia un empleo prácticamente desechable,
en desvalorar la figura del profesor, situaciones que sin duda sufrirán en
mayor medida las futuras generaciones de maestros. Aún sin contar con una retribución económica
adecuada para su función y careciendo de opciones de formación inicial y continua
adecuadas, los maestros pueden ser despedidos, al menos cada cuatro años, “sin
responsabilidad alguna para la autoridad educativa”, tal como se establece repetidamente
en la Ley General del Servicio Profesional Docente. Considerando los factores económico
y formativo (inicial y continuo) propuestos por Jurjo Torres, es evidente que
el magisterio enfrenta un retroceso en su profesionalización, perpetuado por el
gobierno en complicidad con otros actores, incluso algunos que se supone
deberían impedir esta situación.
Twitter: @proferoger85
*Docente colimense de
Educación Primaria (Esc. Prim. Distribuidores Nissan No. 61 T.V.) y de
Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de
Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
REFERENCIAS
INEE. La Educación Obligatoria en México. Informe 2017. México: INEE,
2017.
OCDE. Panorama de la Educación 2016. Indicadores de la OCDE. Madrid:
Santillana, 2016.
SEP. Sistema de Información Básica de la Educación Normal. (Disponible
en: www.siben.sep.gob.mx).
TORRES, Jurjo. El curriculum oculto. Madrid: Morata,
1998.
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