*Rogelio
Javier Alonso Ruiz
Recientemente, diversos medios de comunicación
han difundido notas en las que se recomienda la eliminación de tareas escolares
domiciliarias y la existencia de las mismas ya es tema de debate en numerosos
centros escolares. El panorama de este tema es muy diverso: desde países que
apenas le dan importancia a las tareas escolares, como Finlandia, hasta otros
donde la carga excesiva de trabajo fuera de la escuela y las fuertes presiones
sociales por el éxito educativo se asocian incluso con las altas tasas de
suicidio entre menores, como Corea del Sur. Las posturas han sido muy diversas: pasando
por casos como el de Francia, cuyo presidente en 2012 prohibió este tipo de
actividades en todo el país, hasta otros como el del Distrito Escolar Unificado
de Los Ángeles, que decidió limitar el valor de las tareas escolares
domiciliarias en las calificaciones de los estudiantes. La diversidad de
opiniones en torno a esta práctica escolar de profundo arraigo hace necesario
realizar un análisis que considere no sólo factores académicos, sino también sociales,
económicos, culturales y organizativos del sistema educativo.
Según datos de la OCDE (2014), el tiempo
semanal que los alumnos de quince años de esta organización destinan a la
realización de tareas escolares en casa ha disminuido de 2003 a 2012, pasando
de 5.9 horas semanales a 4.9. De acuerdo con esta organización, las tareas
escolares domiciliarias tienen un impacto positivo en el rendimiento de los
alumnos en pruebas académicas: “quienes pasan más tiempo haciendo tareas
escolares en casa tienden a puntuar más alto en PISA, así como sus escuelas” (2014,
p. 4). No obstante lo anterior, pareciera que ésta aseveración no es aplicable
en todos los casos, pues diversos países que lideran la cantidad de tiempo que
sus alumnos invierten en la realización de tareas escolares en casa, no se
encuentran en las posiciones más altas en cuanto a puntajes en la prueba PISA o
viceversa.
La relación entre el rendimiento de los
alumnos en la prueba PISA 2012 y el tiempo que se destina a efectuar tareas
escolares en el hogar es confusa y cambiante: Rusia, el país con alumnos que
más horas dedican a efectuar tarea (casi 10 semanales), no aparece siquiera en
los primeros treinta mejores puntajes del examen; por su parte, Finlandia, el
país de la OCDE que menos tiempo dedica a la realización de labores escolares
en casa (menos de tres horas semanales), tiene el décimo segundo mejor puntaje
en la prueba; finalmente, en el caso de Hong Kong, hay correspondencia: se
ubica entre los primeros diez en realización de tareas y en puntaje obtenido en
la prueba. Así pues, pareciera que los efectos de las tareas domiciliarias no
son tan significativos, al menos, en los resultados de exámenes como PISA,
aunque cabe aclarar, que el éxito educativo no necesariamente es sinónimo de
puntajes altos en pruebas estandarizadas y que éstas son incapaces de medir
integralmente la formación que los estudiantes reciben.
Son diversos los factores que deben
considerarse para la realización de labores escolares fuera del horario
escolar. Según el INEE (2017b), existen condiciones del contexto socio
económico que pueden inferir en la realización de este tipo de actividades: “el
trabajo infantil, por ejemplo, disminuye el tiempo y las energías que pueden
dedicarse al estudio; por otra parte, el aprendizaje puede consolidarse cuando
existen experiencias en familia relacionadas, de manera intencional o no, con
lo aprendido en la escuela” (p. 61). Así pues, cuando los alumnos llevan tareas
escolares a sus hogares, se enfrentan a condiciones muy diversas en cuanto a la
facilidad o dificultad para realizarlas, de modo que el encargo de este tipo de
labores pudiera ser motivo de un aumento de la desigualdad en cuanto a
aprovechamiento escolar entre los alumnos de mejores y peores contextos.
El trabajo infantil representa un obstáculo
considerable para la realización de tareas escolares en casa, pues reduce el
tiempo y la energía para efectuar estas actividades adecuadamente. En nuestro
país, de acuerdo con el INEE (2017b, p. 71) y considerando los resultados de la
prueba PLANEA 2015, existen entidades federativas donde la mayoría de sus
estudiantes de sexto de primaria trabajan –con o sin remuneración–, tal es el
caso de Guerrero (69.5%), Chiapas (60.2%) y
Tabasco (51.8%), mientras que en otras entidades como Ciudad de México
(27.3%), Nuevo León (29.2%) o Coahuila (31%), la mayoría de los alumnos de ese
grado no realizan alguna actividad laboral. Es evidente entonces que aquellos
estudiantes que trabajan se encontrarán en desventaja contra aquellos que no lo
hacen, lo que, nuevamente, pudiera representar una situación que promueva la desigualdad
entre los alumnos de contextos opuestos.
Otro factor a tener en cuenta es la
escolaridad de los padres, pues el soporte cultural que rodea al alumno es
fundamental para incidir no sólo en la realización de tareas domiciliarias,
sino en el logro educativo en general. Los efectos de la escolaridad de los
padres no dejan lugar a dudas sobre la trascendencia de este factor: en la
prueba PLANEA 2015, “a nivel de alumno, por cada nivel educativo que ha cursado
el padre del estudiante, se presenta un incremento de 6 puntos en Lenguaje y de
4 en Matemáticas” (INEE, 2017a, p. 151). Así pues, la realización de tareas escolares
en casa es una experiencia radicalmente distinta para quien tiene acceso a
material bibliográfico, tecnología y cuenta con padres con un nivel educativo
elevado, a quien realiza esta actividad después de una jornada laboral
agotadora, sin mayor apoyo que el lápiz y el papel sobre el que escribe.
Un elemento a considerar para valorar la
pertinencia de las tareas escolares domiciliarias es el tiempo que pasan los
estudiantes en la escuela. En promedio en los países de la OCDE “los
estudiantes de educación primaria tienen 185 días de enseñanza por año y los
estudiantes de secundaria inferior tienen 184” (OCDE, 2016, p. 404), variando
desde 170 a más de 200 días en el caso de algunos países. En cuanto al tiempo
de enseñanza, los alumnos de primaria y secundaria inferior de los países de
esta organización, reciben, en promedio, 7,540 horas de enseñanza formal en el
aula a lo largo de nueve años (OCDE, 2016, p. 405). Así, se puede establecer
que los estudiantes pasan un promedio de cuatro horas y media diarias en la
escuela.
México es uno de los países punteros en este
rubro, al ubicarse en la octava posición en cuanto a mayor número de horas
totales destinadas en el trayecto de educación primaria y secundaria, con más
de 8,000 horas, mientras que otros países como Finlandia, Corea y Suecia apenas
superan las 6,000 horas. Aunado a lo
anterior, pareciera que el gobierno federal tiene la intención de incrementar
aún más el tiempo que los niños y jóvenes pasan en las escuelas: en los últimos
años se ha fortalecido el Programa Escuelas de Tiempo Completo, el cual se
logró implementar, para el ciclo escolar 2016-2017, en 25,032 planteles, casi
el triple (273.2%) que hace cuatro años, según da cuenta el quinto informe
presidencial. El incremento del tiempo que los alumnos pasan en los centros
escolares debería representar, lógicamente, una disminución de la carga de
trabajo escolar que se destina para realizarse en los hogares de los alumnos:
sería insensato encargar a los estudiantes actividades escolares para casa
cuando estuvieron en la escuela, en algunos casos, desde las ocho de la mañana
hasta las cuatro de la tarde.
Otro factor a considerar es el referente a la
relación entre el número de alumnos y el profesor. Mientras la media de
la OCDE es de 14 alumnos por cada maestro de educación primaria y secundaria,
en nuestro país es de más del doble: 30; de hecho, en educación secundaria, el
número de alumnos (33) para cada profesor mexicano, es casi el triple del resto
de los profesores de la organización (13). Sin duda la proporción de alumnos
por profesor es fundamental para dar mayor pertinencia a las actividades
escolares efectuadas en casa, pues su conveniencia radica no sólo en su
realización, sino en la revisión y retroalimentación que se obtiene por parte
del docente. Así, se establece una proporción inversa: mientras más se
incrementa el número de alumnos para un profesor, menor es la oportunidad que
éste tiene para evaluar a profundidad las tareas encargadas.
Si bien se han mencionado algunos obstáculos y
riesgos referentes al encargo de tareas domiciliarias, es justo también señalar
que buena parte de los docentes defiende su pertinencia sobre todo considerando
argumentos académicos y formativos. Así, por ejemplo, el Departamento de
Educación de los Estados Unidos (2003, p. 1) menciona múltiples efectos
positivos de este tipo de actividades: facilita recordar y comprender lo
trabajado en el aula, propicia la adquisición de hábitos y métodos de estudio
que podrán ser aplicables incluso después de la vida escolar, permite
desarrollar habilidades para el aprendizaje no sólo en el aula, posibilita el
cultivo de la independencia y la responsabilidad, así como la capacidad para
organizar el tiempo adecuadamente.
Resulta difícil establecer si las tareas
escolares deben continuar o desaparecer, pero es innegable que para el debate
deben tomarse en cuenta factores como el trabajo infantil, escolaridad de los
padres de familia, tiempo que los alumnos pasan en la escuela, tamaño de los
grupos escolares, pertinencia de las actividades encargadas y disponibilidad
para el descanso, la convivencia
familiar, el ejercicio físico y las actividades recreativas. Cada escuela y
cada maestro debe valorar, además de la significatividad y la complejidad de
las actividades encargadas, las condiciones del contexto que puedan hacer viable
o inviable la realización de trabajos escolares en casa. Sin duda las tareas
escolares domiciliarias, bien diseñadas, representan una oportunidad para
propiciar y reforzar el aprendizaje, sin embargo se debe poner atención en que
éstas no sean el motivo para promover la desigualdad que, de por sí, ya se
encuentra bien enraizada en nuestro sistema educativo.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Docente
colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Distribuidores Nissan No. 61 T.V.)
y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de
Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
REFERENCIAS.
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN DE LOS
ESTADOS UNIDOS. Consejos prácticos para
los padres sobre la tarea escolar. Washington: autor, 2003.
GOBIERNO DE LOS ESTADOS UNIDOS
MEXICANOS. Quinto informe de gobierno.
2016.2017. México: autor, 2017.
INEE. Informe de resultados PLANEA 2015. El aprendizaje de los alumnos de
sexto de primaria y tercero de secundaria en México. Lenguaje y comunicación y
Matemáticas. México: autor, 2017.
INEE. La Educación Obligatoria en México. Informe 2017. México: autor, 2017.
OCDE. Panorama de la Educación 2016. Indicadores de la OCDE. Madrid:
Santillana, 2016.
OCDE. Pisa in focus. Disponible en: http://www.oecd-ilibrary.org/education/pisa-in-focus_22260919
(Consultado: 15 de noviembre de 2017).
Comentarios
Publicar un comentario