Rogelio
Javier Alonso Ruiz*
Fue en febrero de 2013 cuando Juan
Díaz de la Torre asumió la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación (SNTE), justo cuando se cocinaban las modificaciones
constitucionales y leyes secundarias en materia educativa que se concretarían
tan sólo meses después en el Congreso de la Unión, con el aval de diversos
partidos que giraban en torno a un supuesto Pacto por México, entre ellos el
vinculado al sindicato dirigido por el profesor jalisciense: Nueva Alianza. Desde
entonces, el discurso de Díaz de la Torre y el SNTE sobre el tema de la Reforma
Educativa ha tenido virajes considerables: desde los discursos de persuasión al
magisterio para aceptar las modificaciones legales en materia educativa, hasta
las denuncias públicas que, con varios años de retraso, se dirigieron hacia las
prácticas evaluativas para los docentes. A la luz de la lógica y la coherencia,
es difícil asimilar la postura del SNTE con respecto a la Reforma educativa que impulsó
anteriormente e, increíblemente, ahora critica.
Una revisión de los hechos ocurridos
en los últimos cinco años en torno al SNTE y la Reforma Educativa hace posible
encontrar inconsistencias importantes. Por ejemplo, de 2013 a 2017 el SNTE
recibió aproximadamente $650 millones de pesos para actividades de difusión de
la Reforma Educativa (Reforma, 15 de mayo de 2017), dando a conocer entre los
docente y la sociedad las “bondades” de las modificaciones legales educativas
y, sobre todo, del naciente Servicio Profesional Docente. Tras esos cuatro años
en que recibió considerables sumas de dinero, en junio de 2018 el secretario
general del SNTE, Alfonso Cepeda Salas, ha exigido una revisión estructural de
la Reforma Educativa, pues ha advertido efectos nocivos para el magisterio (El
Universal, 03 de junio de 2018). Ante estos hechos contradictorios surge una
duda evidente: ¿se exige ahora que se revise a fondo la misma reforma por la
cual durante años cobraron varios cientos de millones de pesos por
promocionarla? ¿Promovieron entonces algo sin haber comprobado que su
“estructura” era la adecuada?
En entrevista reciente para La Jornada
(2 de agosto de 2018), Díaz de la Torre ha expresado que “es un error vincular
la evaluación docente a la permanencia en el magisterio”, no obstante que en el
mismo periódico, dos años antes, Silvia Luna Rodríguez, alta jerarca sindical,
manifestaba que para el gremio encabezado por Díaz de la Torre la naturaleza
punitiva de la evaluación docente era
inexistente: “no la hemos visto y ratificamos que no tiene esa característica”
(La Jornada, 15 de julio de 2016). Resulta extraño entonces que se critique lo
punitivo de la evaluación cuando años antes se negaba este rasgo. Resulta más
extraño aún que se critique la naturaleza sancionadora de las prácticas
evaluativas pues el mismo SNTE promocionó y apoyó la Ley General del Servicio
Profesional Docente (LGSPD), la cual, en su artículo 53, establece claramente
el uso de los resultados de evaluación como referente para la permanencia en el
servicio magisterial. No cuadra entonces que se rechace actualmente el uso de
la evaluación para determinar la permanencia, cuando esto venía estipulado
desde un principio (basta verificar que el artículo citado no ha sufrido
modificación alguna desde su origen en 2013).
La metamorfosis del SNTE ha alcanzado
un punto insospechado e increíble en los últimos días. De ser un ferviente
promotor de la evaluación docente en los primeros años de la misma, en las
últimas semanas el sindicato ha asumido el papel de intermediario entre el
gobierno y sus agremiados, sugiriendo increíblemente a estos últimos exijan que
se cancele la evaluación de este año y poniendo como pretexto “la falta de
certidumbre” ante los próximos cambios en el poder ejecutivo federal. Resulta
extraño que para el SNTE genere más incertidumbre un cambio en la vida política
que el sinfín de situaciones que desde el primer grupo de evaluados fueron
denunciadas y no bastaron para que el
sindicato tomara una decisión terminante en cuanto al curso de la evaluación:
desde el uso de la fuerza pública en las sedes de evaluación docente, pasando
por la nula transparencia en la calificación de exámenes y la falta de
capacitación del magisterio, hasta la escasa pertinencia de las técnicas e
instrumentos de evaluación. ¿Por qué hasta ahora le preocupó al sindicato la certidumbre
de sus agremiados? ¿Por qué antes desestimó los cientos de argumentos que los
evaluados presentaron y que realmente afectaban su certeza laboral?
Como se observa, el SNTE ha cambiado
de postura hasta caer en la inverosimilitud: de haber declarado gustoso Juan
Díaz, en 2016, que la “reforma educativa ha sido exitosa” (La Jornada de San
Luis, mayo de 2016), dos años después, el secretario general Alfonso Cepeda
exige una “revisión estructural” de la misma al tiempo que diversas secciones
sindicales se han sumado a una campaña de obstrucción de la evaluación docente;
de haber negado, hasta mediados de 2016, la naturaleza punitiva de la
evaluación, a manifestar, ya en 2018, que es un error vincular la evaluación vigente a la permanencia ¿Es
creíble todo esto? ¿No se trata de discursos totalmente incompatibles? Con
estos vaivenes, El SNTE pone de
manifiesto su subordinación al poder en turno: mientras el grupo de poder le
reportó beneficios, se cobijó de él desatendiendo la irritación de sus
agremiados; hoy, que la continuidad de ese grupo fue impedida, cambia
falsamente su postura.
Con lo anterior, el SNTE finalmente
dio la razón a quienes se atrevieron a alzar la voz desde que se fraguaba la Reforma
Educativa. Desafortunadamente, parece que es muy tarde para que el discurso
sindical recupere un poco de credibilidad. Durante estos años, el SNTE
escenificó a la perfección el famoso cuento infantil “Pedro y el lobo”: tanto
dijo “sí a la Reforma”, que cuando finalmente dijo “no”, ya nadie le creyó.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Docente
colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y de
Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de
Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
REFERENCIAS
BAÑUELOS, Claudia.
La reforma educativa ha sido exitosa, dice líder del SNTE. La Jornada de
San Luis: 14 de mayo de 2016. Recuperado de: https://lajornadasanluis.com.mx/nacional/la-reforma-educativa-ha-exitosa-dice-lider-del-snte/
POY SOLANO,
Laura. Garantizado, el respeto a derechos de trabajadores de la educación:
SNTE. La Jornada: 15 de julio de 2016. Recuperado de: https://www.jornada.com.mx/2016/07/15/politica/008n2pol
POY SOLANO, Laura. La relación con AMLO será de respeto: SNTE. La
Jornada: 2 de agosto de 2018. Recuperado de: https://www.jornada.com.mx/2018/08/02/politica/012e1pol
MORENO, Teresa. SNTE exige revisión estructural de la reforma educativa. El
Universal: 03 de junio de 2018. Recuperado de: http://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/snte-exige-revision-estructural-de-la-reforma-educativa
DEL VALLE, Sonia. Da SEP a SNTE 1,730 millones. Reforma: 15 de mayo de 2017.
Recuperado de: https://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=1113688&v=3
Muy bien documentado tu artículo.
ResponderEliminarSon oportunistas pero busquemos la unidad CNTE y SNTE y elijamos un digno representante, después no nos quejemos.
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