Rogelio
Javier Alonso Ruiz*
Ante la contingencia sanitaria por la presencia del coronavirus en México, el Secretario de
Educación, Esteban Moctezuma Barragán, estableció como medida precautoria la
suspensión de clases en todos los planteles educativos del país, a partir del
20 de marzo y hasta el 20 de abril de 2020. El pasado 26 de marzo, el
Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez,
expresó que México se encontraba próximo a entrar en la tercera fase de
propagación del coronavirus, etapa en la que se suscitaría la máxima
transmisión del patógeno; manifestó también que probablemente durante junio se
presentará el mayor número de contagiados y no será sino hasta agosto,
aproximadamente, cuando la curva epidemiológica comience a descender. ¿Qué
pasará entonces con las escuelas mientras pasa la etapa crítica de esta
epidemia? ¿Qué tan conveniente sería regresar a clases dentro de un mes,
terminar el año escolar sin reanudar las clases presenciales o anular el ciclo
escolar?
Si bien de manera oficial no se ha
emitido ningún comunicado al respecto, salvo el de la suspensión vigente, se
empiezan a visualizar otras medidas para afrontar la fase aguda de propagación
del coronavirus. De acuerdo a las
indicaciones que se han establecido hasta el momento, los alumnos regresarían a
clases el 20 de abril, previo a la realización de acciones de aseo intensivo de
los planteles educativos. Los padres de familia, diariamente, tendrían que
reportar por escrito a las escuelas haber efectuado una revisión del estado de
salud de sus hijos. Se han referido en otros textos (http://proferogelio.blogspot.com/2020/03/coronavirus-retos-para-la-escuela.html)
problemas
de infraestructura, como la falta de agua potable, o el mismo sobrepoblamiento
de aulas, que, aunado a otras condiciones organizativas y culturales de los
planteles educativos, pudieran hacer de éstos lugares propicios para la
propagación, aun cuando se realicen filtros de ingreso. Con esta medida, habría
que considerar además los efectos secundarios en las actividades que rodean a
la vida escolar, tales como el uso del transporte público. Será necesario pues,
si esta opción se mantiene, que las autoridades gubernamentales garanticen en
los centros escolares las condiciones básicas para evitar el contagio masivo de
los alumnos.
Otra de las posibilidades que se
vislumbran, considerando que la etapa más álgida de propagación del virus se
daría en los meses restantes del calendario escolar, es la culminación del
ciclo escolar sin la reanudación de clases presenciales. En este escenario, sobre
todo en Educación Básica, donde se requiere un apoyo más directo por parte de
los profesores para la realización de las actividades de aprendizaje, se
tendría que analizar las condiciones de comunicación a distancia que puede
haber entre la escuela, los maestros y los hogares de los alumnos . En este
sentido, habría que considerar el panorama mexicano en cuanto a acceso a medios
de comunicación: de acuerdo con el INEGI (2020), el 70.1% de la población mayor
de seis años es usuaria de internet, observándose que la perteneciente a zonas
rurales apenas alcanzaba el 47.7%; en cuanto a los hogares, el 43% dispone de
una computadora, 56.4% de internet y 92.5% de televisión. Sin embargo, no sólo
habría que tener en cuenta el acceso a las tecnologías de la información, sino
también el contexto de los alumnos: la medida pudiera ser reproductora de las
desigualdades culturales en los hogares de los estudiantes, de modo que habría
algunos que pudieran recibir apoyo académico escaso por parte de los padres o
tutores, quienes tendrían que aumentar su protagonismo en el proceso formativo
académico de los niños y jóvenes.
De este modo, si se establece la
culminación del ciclo escolar sin la reanudación de clases presenciales, las
autoridades educativas tendrían que diseñar una estrategia que permita atender
de la mejor manera posible a todos los estudiantes. Si bien el uso de las
tecnologías de la información será fundamental, no se debe perder de vista que
muchos alumnos estarían en desventaja al no tener acceso a ellas, sobre todo en
el medio rural. Quizá el medio de comunicación más propicio, aunque no ofrece
la posibilidad de retroalimentación, sería la televisión. La medida implicaría
establecer mecanismos de coordinación entre la escuela, los maestros y los
padres de familia, de modo que se pueda cursar de la mejor manera posible el
trimestre pendiente del ciclo escolar. Tal
vez una opción viable en este escenario, aplicando las medidas sanitarias
pertinentes, serían reuniones esporádicas entre maestros y padres de familia
para establecer acuerdos, verificar avances y resolver dudas en cuanto a los
procesos de aprendizaje que se llevan.
Quizá la medida más radical que se ha
visualizado hasta el momento tiene que ver con la anulación del año escolar. De
esta manera, para el ciclo escolar 2020-2021 los alumnos tendrían que recursar
el grado que dejaron inconcluso. No es tan clara la conveniencia de esta
medida, sobre todo si se considera que la cancelación de clases presenciales se
suscitó a partir del día 134 de los 190 totales del calendario escolar vigente
para Educación Básica, es decir, cuando se tenía un avance del 70% del periodo
escolar (en algunas entidades la suspensión se presentó una semana antes). Prácticamente,
se había culminado con dos de los tres trimestres que conforman el año escolar,
pues incluso para la semana posterior al inicio de la suspensión, el calendario
escolar marcaba la entrega de boletas de evaluación a los padres de familia.
Como se ha observado, la presencia del
coronavirus ha planteado retos en el ámbito educativo, así como en todas las
demás esferas de la vida pública. No es fácil la tarea de quienes dirigen los
destinos de la educación en el país, al tener que conciliar el cuidado de la
salud de la población, como prioridad, con el desarrollo de actividades de
aprendizaje. El desafío que se tiene deberá dejar lecciones importantes para
las autoridades educativas no sólo en el establecimiento de condiciones básicas
dignas en las escuelas, sino en la importancia del esfuerzo coordinado y el
compromiso de autoridades educativas, maestros, padres de familia y alumnos, no
sólo en situaciones excepcionales, como en los tiempos del coronavirus.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor
colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.)
y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del
Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en
Pedagogía.
Twitter:
@proferoger85
Facebook: El Profe Rogelio
REFERENCIAS
INEGI (2020). Estadísticas a propósito del Día Mundial del Internet (17 de mayo).
Datos nacionales. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2019/internet2019_Nal.pdf
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