Calificar durante la pandemia: encrucijada a los maestros.


Rogelio Javier Alonso Ruiz*

Desde el inicio del cierre de escuelas se advertía que no todos los estudiantes podrían cumplir con las actividades educativas a distancia. Países como España, Italia, Argentina o Dinamarca optaron por no dar peso en las calificaciones del alumnado a las actividades realizadas desde casa: en algunos casos se decidió por el aprobado general mientras que en otros se desestimaron las valoraciones numéricas o bien se continuaron las clases tomando estos ejercicios como meros repasos sin trascendencia en la acreditación. En el caso de México, el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, explicó que para la valoración del último tramo del ciclo escolar se tomarán en cuenta criterios como los promedios de los periodos ya evaluados, así como la presentación de carpetas de experiencias de las actividades escolares a distancia, haciendo énfasis en que este elemento sólo se empleará para favorecer a los estudiantes pero no para perjudicarlos en caso de fallas o no haberlas presentado. 

El riesgo de inequidad que tanto se advirtió al iniciar las actividades escolares a distancia finalmente se concretó no sólo en el acceso a los medios educativos, sino ahora en la asignación de calificaciones considerando las carpetas de experiencias. De acuerdo con lo expresado por Moctezuma Barragán, quienes presenten la carpeta de experiencias derivada de la realización de las actividades escolares remotas podrán ser beneficiados en las calificaciones que emitan los profesores y quienes no lo hagan simplemente no serán afectados. Dicho de manera simple: no se afectará a nadie, pero sí se favorecerá a algunos. ¿No representa esto una medida igualmente inequitativa? ¿Cuál es la proporción de los “no afectados” y los “beneficiados”? Es difícil saber en un país como el nuestro con contextos tan heterogéneos. Parece que tratando de conciliar las imposibilidades de algunos, con el esfuerzo de otros, se llegó a esta determinación. Tal conciliación, desde un inicio, se apreciaba complicada si no es que imposible.

No se intenta disimular o excusar a aquellos jefes de hogar que aun teniendo las posibilidades económicas y culturales para acceder a las actividades escolares remotas decidieron, por voluntad propia, no hacerlo, aunque seguramente la proporción de éstos es muy inferior a quienes, por dificultades de esa misma naturaleza, no pudieron contribuir al aprendizaje de sus hijos. Al dar luz verde a las carpetas de experiencia, la encrucijada era pues ya inevitable: considerarlas en la calificación sería una desventaja para quienes no accedieron a la educación a distancia, pero ignorarlas sería una falta de respeto al esfuerzo de quienes incluso con muchos sacrificios pudieron presentarlas. La autoridad educativa se decidió por la primera opción.

Es entonces que los docentes enfrentarán dilemas al asignar calificaciones: ¿será justo darle beneficios a los alumnos que presentaron evidencias de trabajo y no a quienes, por posibles dificultades, estuvieron inactivos? ¿es correcto negarle la oportunidad de mejorar sus promedios a algunos estudiantes de los cuales no puede asegurar una simple falta de disposición por el trabajo? ¿deben pagar los alumnos posibles imposibilidades o irresponsabilidades de los padres de familia o, peor aún, deben costarle las carencias de sus hogares? ¿qué tanto puede reflejar el número que asignarán lo realmente aprendido por los estudiantes en un momento tan particular como el que se está viviendo? Serán pues los profesores quienes resuelvan estos cuestionamientos que la autoridad educativa les transfirió.  

Si bien se dice que el “hubiera” no existe, es inevitable mirar al pasado: tal dilema –tomar o no en consideración las evidencias del trabajo a distancia con sus respectivos riesgos de inequidad– pudo haber sido evitado por la autoridad educativa quizá parando (o pausando) el curso del ciclo escolar o bien planteando otro tipo de actividades educativas desde casa. Las múltiples voces de especialistas que clamaban por lo anterior fueron ignoradas, ante el avance de una estrategia que, de acuerdo a las cifras oficiales, ha tenido un éxito rotundo y su cobertura es prácticamente universal. Aunque se trató de disfrazar la inequidad dándole sólo valor positivo en las calificaciones a las actividades a distancia, lo anterior resulta simétrico a haber sancionado a quienes no realizaron éstas. Con esta acción, el gobierno federal coronó las críticas que desde un principio se dirigieron a los posibles riesgos de inequidad y exclusión de la estrategia educativa durante la pandemia.  


*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía. 
Twitter: @proferoger85
Facebook: El Profe Rogelio

Comentarios

  1. Muy cierto Profesor...
    Desafortunadamente ésta mala actitud se vive en nuestro país, nunca llegaron los cuadernillos o apoyos para las familias que en VERDAD lo necesitaba. Me tocó ver un vecinito haciéndo un recarga de Internet de $10 llorando porque sólo le serviría unos minutos para investigar, consultar y subir evidencias. Esto es bueno de parte del niño, del gobierno que puedo decir sólo se levanta el cuello que hay Internet gratis sabiendo que es una mentira... en fin continuará

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  2. La imposibilidad de ser congruentes con sus argumentos de politica empresarial cuando trasfieren los criterios al acto educativo con muy diferentes caracteristicas desde sus fines hasta de procesos se hace evidente en la practica llegando a resultados contradictorios que terminan por demoler sus propios argumentos de eficiencia calidad y exelencia .
    En que quedamos pues es formativa la avaluacion .
    Se puede cuantificar el proceso sociocgnitivo,para que .
    Plantea perfil de egreso de educacion basica para 12 años respetando el ritmo de crecimiento ,por que la necesidad de reprobar o de que se recursen los grados si les van aplicar el mismo procedimiento con el resultado que ya conocen .
    Retomemos la licha que nos tica en el nivel ideologico desmistificando toda esta enajenacion en la que nos envuelven para que todo siga igual.
    Poe esto la CNTE ES EL CAMINO .

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  3. Me parece, que en muchos sentidos tiene razón, quizá la medida más equitativa hubiera sido simplemente promediar los dos trimestres para dar calificación al tercero. Y plantear una estrategia educativa para mantener a los y las estudiantes aprendiendo lo posible, con una visión realista, y abierta a las circunstancias de cada padre, y alumno.
    ¿Es posible que diera resultado esta propuesta?
    Quizá muchos padres sin la presión y seguimiento de los profesores, no hicieran nada.
    El trabajo, y liderazgo de los y las docentes así como de las estructuras educativas ha logrado que aquellos que no les interesa mucho la educación se esfuercen apoyando a los y las estudiantes, de otra manera se hubiera perdido.
    No podemos dejar de dar a quien puede recibir por esperar a los que no pueden o no quieren recibir.
    En la estrategia del Secretario y en esta última las personas que valoran la educación como algo necesario para el escalamiento social, se esforzaron, y quienes no valoran la educación, o no tuvieron los recursos para seguir estudiando durante este resguardo no lo hicieron.
    Lo que seguiría en ambos casos es preparar sendas actividades para recuperar lo en la medida de los posible lo perdido.

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  4. A mi apreciación las estrategias fueron implementadas para que se delegara en los padres de familia la decisión de trabajarlas o no, aún a sabiendas de las autoridades educativas las limitaciones de los diferentes contextos tanto de las ciudades como de las comunidades rurales, siempre han estado en desigualdad de condiciones y de oportunidades educativas, por el lado que las quiera mirar (social, económico y cultural). Y la autoridad educativa se escuda en que se atendió, no se abandonó el ciclo escolar y ya están los resultados, por lo tanto todo fué un éxito. ¿ y los niños que no pudieron o no quisieron acceder al programa? serán evaluados de la misma manera?, no coincido con ello, sin embargo si pudiéramos rescatar una relatoría de cómo vivió la familia esta cuarentena prolongada y si los padres de familia a pesar de las circunstancias pudieron trabajar algo con ellos o en qué dinámicas de crianza, ( orden, disciplina, higiene, valores, trabajo colaborativo y afecto), de organización familiar, del estado emocional de la familia y como se manejo o resolvió de tal manera que ellos vieran avances en el desarrollo y en aprendizajes de sus hijos de manera informal. Sería rescatable tener referentes objetivos de los diferentes contextos en esta pandemia.

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