Rogelio Javier Alonso Ruiz*
El papa Juan Pablo II hizo llamar “padre, maestro y amigo de los jóvenes” a Juan Melchor Bosco Occhiena, conocido mundialmente como Don Bosco, sacerdote turinés que vivió a mediados del siglo XIX y entregó su vida a la formación de jóvenes provenientes, sobre todo, de entornos adversos. Se le reconoce principalmente por haber fundado la Congregación Salesiana, que aglutina a más de 15,000 religiosos y tiene presencia en aproximadamente 130 países, enfocando sus labores en parroquias, escuelas, centros juveniles e internados, entre otros espacios. El legado educativo del Padre de la juventud es digno de ser recordado, sobre todo con dos hechos significativos: el establecimiento del Oratorio y la práctica del sistema preventivo.
La obra educativa de Don Bosco es
recordada especialmente por la formación del Oratorio, lugar en el que además
de dar refugio a jóvenes desprotegidos, les ofrecía formación religiosa y
también enseñanzas en asuntos de la razón. Ahí los jóvenes aprendían algunos
oficios y se procuraba en ellos una formación integral: además de los temas
religiosos, podían aprender, por ejemplo, música y poesía. La idea de este
recinto nace espontáneamente cuando su madre decide dar techo a un joven
abandonado que por casualidad llega a su hogar pidiendo comida, así como
experiencias previas de Don Bosco donde atestiguó la miseria de la que eran
víctimas los adolescentes italianos. El Oratorio, que albergaba cada vez a más,
tuvo un origen errante, hasta que por fin encontró un lugar para establecerse de
manera fija: Valdocco. Numerosos jóvenes asistieron a este recinto y a través
de los años reformaron su destino.
La inclusión en el Oratorio de jóvenes
desfavorecidos, expuestos a vidas difíciles y acostumbrados a la supervivencia
sin tener de por medio mayores referentes morales, hacía de la convivencia un
asunto crítico. En ese sentido, se configura lo que Don Bosco llamó el sistema
preventivo, en oposición al sistema represivo, al cual criticaba por imponer
castigos a infractores de reglas propiciando rara vez que éstos mejoraran su
conducta y en muchos casos provocando sólo la acumulación de rencores. En
cambio, el modo preventivo, sin prescindir de las reglas (de hecho se exigía un
profundo respeto a las mismas), hacía énfasis en la persuasión del alumnado,
así como en la vigilancia permanente por parte de los superiores, quienes
deberían actuar como “padres amorosos” (Bosco, 1877). La obediencia y el
respeto a las figuras de autoridad radicaba pues en el afecto y no en la
imposición. Para lograr lo anterior, el papel del educador debía cambiar según
los paradigmas de la época.
La aportación de Don Bosco a la causa
educativa va más allá de cómo moldear la conducta de los educandos. El concepto
de docente, así como la relación establecida entre alumnos y maestros, merecen
ser revisadas con detenimiento. El vínculo afectivo constituye una de las
preocupaciones centrales del pensamiento educativo de Don Bosco. En una carta
escrita en sus últimos años de vida, refiere un sueño en el que un antiguo
alumno del Oratorio le hacía ver la frialdad que reinaba entonces en el recreo de
ese lugar, que contrastaba radicalmente con la efusividad y calidez de otros
tiempos: “los superiores no eran ya el alma de los recreos” (Bosco, 1884),
sentenciaba, como clave de aquel gris escenario. Juan Bosco consideraba que la
alegría, fincada en la proximidad afectiva entre maestros y alumnos, tenía que
ser una virtud imprescindible de aquel recinto formativo. No podía entender la
labor educativa sin el vínculo personal entre los mentores y los aprendices. “El
mejor plato en una buena comida es la buena cara” (Bosco, 1884), le recordaba
su ex discípulo, a propósito de la importancia de la afectividad y el buen
ambiente en aquel centro formativo.
Aquel alumno seguía hablando en los
sueños del sacerdote: “el maestro al cual sólo se ve en la cátedra es maestro y
nada más, pero si participa del recreo de los jóvenes, se convierte en un
hermano” (Bosco, 1884). Evidentemente, no se hace referencia al recreo
literalmente, sino que éste representa la proximidad del docente con sus
estudiantes, extendiendo sus preocupaciones más allá del ámbito pedagógico:
empatía, comprensión, cordialidad, comunicación, solidaridad... A más de un
siglo de lo expresado en aquella carta, la psicología educativa sigue coincidiendo
con el planteamiento: “las relaciones positivas, afectuosos y estimulantes con
los profesores están relacionadas con muchos resultados de los alumnos,
incluyendo una mayor participación en la clase, mejores habilidades de
pensamiento crítico, menores índices de abandono escolar, mayor autoestima,
mayor motivación […]” (Woolfolk, 2010, p. 434). Así pues, Don Bosco veía en la
labor docente algo que rebasaba ampliamente los asuntos meramente didácticos, abarcando
sobre todo aspectos personales.
Los Oratorios de Don Bosco son sin
duda un ejemplo nítido de la función promotora de movilidad social de la
escuela, precisamente al centrar su atención en los jóvenes más desfavorecidos,
abandonados por la sociedad, a los cuales se les ofrecía a través de la
educación un futuro mejor que su pasado y su presente. Sin proponérselo quizá,
Juan Bosco se colocó como un referente educativo, enunciando una concepción de
disciplina funcional hasta nuestros tiempos. La idea del educador emanada de
los recintos salesianos, nos recuerda que la labor docente va mucho más allá de
los asuntos meramente didácticos: la confianza entre el docente y el alumno se
vuelve fundamental para que la educación dé frutos. Un siglo después,
seguramente Don Bosco coincidiría con otro gran educador, Paulo Freire, quien
advertía que “la educación es un acto de amor y, por tanto, un acto de valor”.
Twitter: @proferoger85
REFERENCIAS
BOSCO, JUAN (1877). El sistema
preventivo en la educación de la juventud. Disponible en: https://profesoresreligioncatolica.edebe.com/wp-content/uploads/2016/01/01-El-Sistema-Preventivo-en-la-Educaci%C3%B3n-de-la-JuventudC.pdf
BOSCO, JUAN (1884). Carta del 10 de
mayo de 1884. A la comunidad salesiana del Oratorio de Turín Valdocco.
Disponible en: https://donbosco.org.ar/uploads/recursos/recursos_archivos_1223_870.pdf
NAVAJAS, ALEJANDRO (2014). El sistema
preventivo de Don Bosco en la escuela del siglo XXI. Disponible en: https://reunir.unir.net/handle/123456789/2978
WOOLFOLK, ANITA (2010). Psicología
educativa. México: Pearson educación.
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