Rogelio Javier Alonso Ruiz*
Un elemento importante en la revisión del proyecto de marco curricular de educación básica que actualmente se discute tiene que ver con la dosificación del tiempo escolar. En algunos casos es difícil equiparar los campos formativos en los que se organiza la propuesta curricular, con las asignaturas en la que se estructura el horario del plan vigente (pues algunas de ellas podrían tener cabida en dos campos), pero se observan elementos de continuidad y de cambio en el manejo del tiempo en educación secundaria y los últimos tres grados de educación primaria.
Destaca en primaria y secundaria la
desaparición del componente autonomía curricular, liberando 100 y 160 horas,
respectivamente, en la carga horaria. En realidad, aunque oficialmente el plan
vigente conservaba la cuota de horas, desde inicios de la presente
administración federal fueron realizados ajustes que borraban a tal espacio
curricular de la boleta de los alumnos, para, posteriormente, repartir el tiempo que se le otorgaban. De este modo, la disponibilidad de esos periodos
lectivos representa la oportunidad para otorgar formalmente a asignaturas como
Tecnología, en secundaria, un espacio en el horario escolar o el crecimiento de
otras áreas del currículo.
Un aspecto de la organización del
tiempo tiene que ver con su flexibilidad. En educación primaria, se establecen
cuotas mínimas y máximas a considerar en los horarios para cada campo formativo. La propuesta parece
equilibrada: los cuatro campos contarán con un mínimo de cinco horas
semanales y un máximo de 6.5, es decir, se podrá fortalecer hasta en 30% el
tiempo destinado a cada uno. Aparentemente, quedará en la autonomía de cada
centro escolar la posibilidad de enfatizar en alguno, de acuerdo a sus necesidades
propias.
En primaria, el campo “Ética,
naturaleza y sociedad” tendría un aumento sustancial en la carga horaria:
crecería más del doble, al pasar de recibir 120 horas anuales (entre Geografía,
Historia y Formación Cívica, en el plan 2018) a 250 en el nuevo marco
curricular, si se le otorga la cuota máxima permitida de cuarto a sexto grados.
Mientras tanto, el campo formativo “De lo humano y lo comunitario”, podría
crecer, si en esos mismos grados recibe la carga horaria máxima, a más del
doble: de 100 horas anuales (40 de Educación Física, 20 de Socioemocional y
probablemente 40 de Ciencias Naturales) en el plan anterior, podría llegar a
recibir 250 en el próximo. Evidentemente, los campos formativos no podrán
gozar, de manera simultánea, de las máximas cargas horarias.
En educación secundaria la situación
es semejante: los campos formativos que más crecerían son “Ética, naturaleza y
sociedad” y “De lo humano y lo comunitario”, cuyo incremento en relación al
total de horas anuales a lo largo de los tres grados del nivel representa 20% y
33%, respectivamente, en comparación al plan de estudios anterior.
A diferencia de la distribución
horaria en secundaria del plan anterior en el área de ciencias, las asignaturas
Biología, Física y Química tienen presencia a lo largo de los tres grados
escolares, cuando anteriormente estaban presentes sólo en uno cada una. En este
ajuste resultó favorecida Biología, al pasar de abordarse cuatro horas
semanales en primer grado, a abordarse dos horas semanales, pero en los tres
grados del nivel, en dos campos formativos diferentes. Quizá el abordaje
interdisciplinar que sugiere el marco curricular sea motivo para que las tres
asignaturas se aborden simultáneamente.
Contrario a lo que podría pensarse, el
crecimiento del área ética, social y humana del horario escolar no fue en
detrimento de asignaturas que pudieran asociarse con una de las críticas más
marcadas de la fundamentación curricular: su énfasis, en el pasado, en los
propósitos laborales y económicos. Asignaturas
como Matemáticas e Inglés conservan su carga horaria en el tablero de educación
secundaria: 600 y 360 horas anuales, respectivamente, en total en todo el
nivel.
Aún no queda claro cómo se acoplará el horario, ya en la realidad escolar, a la organización por campos formativos o a las situaciones generales de aprendizaje mediante abordajes interdisciplinares. Lo que se sugieren en el proyecto curricular requiere no sólo configurar de cierta manera el tablero de horarios, sino que implica un proceso de reajuste de la práctica pedagógica misma, situación vinculada a la metodología docente pero, más profundamente, a la cultura escolar. Superar el hecho de que, al sonido del timbre a cierta hora del día se guarde el cuaderno de una asignatura y se saque el de otra, va más allá de la presentación de un horario escolar diferente. ¿Qué se requiere para hacerlo realidad?
*Rogelio
Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc.
Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto
Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación
Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter:
@proferoger85
En Secundaria, me parece una BRUTALIDAD que los 3 años tengan física, química y biología. Creo que obtendrán menos conocimientos, el que mucho abarca, poco aprieta.
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