Rogelio Javier Alonso Ruiz*
“El problema del aislamiento tiene
raíces profundas” (Fullan y Hargreaves, 2000, p. 33), que van desde físicas
hasta personales, históricas y culturales. Lo anterior se refleja no sólo en el
funcionamiento general de la escuela, sino específicamente en el individualismo
de la enseñanza. Aunque la colaboración existe al interior de las escuelas
mexicanas, ésta no se enfoca predominantemente en asuntos de desempeño
profesional. Dentro de los planteles, “las actividades que en menor proporción
se realizan en equipo son aquellas que fortalecen el desarrollo profesional de
los docentes, como el análisis de la práctica a partir de las evidencias”
(INEE, 2019, p. 64).
Para contrarrestar la soledad de la
enseñanza son fundamentales, cuando menos, tres factores: el involucramiento de
las autoridades escolares, el fomento del trabajo colegiado y el
aprovechamiento de los Consejos Técnicos Escolares. Sobre el primer elemento,
directores y supervisores tradicionalmente se encuentran absorbidos por un
modelo de administración predominantemente burocrático, lejos de lo que pasa en
las aulas: una consulta realizada por el
INEE mostró que “las asesorías pedagógicas del director y del supervisor, que
por sus características se definen como estrategias para fortalecer la práctica
de los docentes, obtuvieron porcentajes nacionales menores a 50%” (2019, p.
57). Es necesaria pues una redefinición de las funciones directivas, más
centrada en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Fomentar un verdadero trabajo
colegiado, enfocado en la enseñanza, puede parecer complicado pero sin duda sus
efectos son atractivos: “la capacitación entre pares, la enseñanza en equipo,
la observación de la clase y aun ciertas modalidades de evaluación del
rendimiento pueden ser un verdadero estímulo para la reflexión” (Fullan y
Hargreaves, 2000, p. 125). No obstante, la mayoría de escuelas deben vencer
obstáculos para el trabajo en equipo, tales como falta de tiempo o de espacios,
poca disposición entre docentes o falta de promoción del trabajo colectivo por
parte del director, entre otros (INEE, 2019, p. 66). La reflexión sobre la
práctica docente sin duda se nutriría si su planeación, ejecución, análisis, retroalimentación
y reconstrucción se dan considerando más de un punto de vista: ahí radica la
importancia del trabajo colegiado.
Finalmente, debe aprovecharse al
Consejo Técnico Escolar, como instancia máxima de los planteles en asuntos
académicos, para socializar la tarea de enseñar. Este órgano “necesita romper con un
aislamiento en el aula que no admite cuestionamientos o sugerencias” (Antúnez,
2004, p. 78) y asumirse como “un espacio privilegiado para promover el
aprendizaje entre pares” (SEP, s.f., p. 12), teniendo siempre presente la
enseñanza como uno de sus asuntos medulares. Nuevamente el papel del directivo
es fundamental: resulta desafortunado observar la reproducción de guías de
trabajo para las sesiones del Consejo Técnico Escolar, provenientes desde
lejanas oficinas, en ocasiones ignorando las necesidades reales del plantel y
desaprovechando oportunidades para poner sobre la mesa asuntos relativos a la
enseñanza de los profesores. Reafirmar la
autonomía de las escuelas para el buen ejercicio de este órgano es sin duda
fundamental para ofrecer posibilidades de colectivizar la enseñanza.
Es bien sabido que el consenso entre
los miembros de una escuela en torno a sus prioridades y líneas de acción
detonan el potencial de una comunidad educativa: hacer poco entre todos es más
que hacer mucho entre unos cuantos. En
ese sentido, no debería concebirse a la enseñanza como un ejercicio individual.
Lo que pasa en el aula, la enseñanza, debería ser asunto de interés común al
interior de la escuela. El ejercicio de la docencia, contrario a lo que
tradicionalmente sucede, tendría que suponer un motivo de confluencia entre los
integrantes de un cuerpo escolar. La enseñanza no debería desarrollarse pues en
la cueva oscura a la que sólo el maestro tiene acceso y en la que sólo se
escucha y se observa a sí mismo.
*Rogelio
Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc.
Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto
Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación
Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
REFERENCIAS
Antúnez, S. (2004). Organización
escolar y acción directiva. México: SEP.
Day, C. (2006). Pasión por enseñar. La
identidad personal y profesional del docente y sus valores. Madrid: Narcea.
Fullan, M. y Hargreaves, A. (2000). La
escuela que queremos. México: SEP/Amorrortu.
INEE (2019). Personal y organización escolar de la escuela primaria mexicana. ECEA 2014. México: autor.
SEP (sin fecha). Lineamientos para la organización y el funcionamiento de los Consejos Técnicos Escolares. Educación Básica. México: autor.
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