Rogelio Javier Alonso Ruiz*
Por mucho tiempo, buena parte del magisterio deseaba que el puesto educativo de mayor jerarquía fuera ocupado por un docente. Quién mejor que alguien con gis en los dedos para entender lo que pasa en el aula real, no la que frecuentemente inventan desde la oficina. El anhelo finalmente se convirtió en realidad en febrero de 2021, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador designó a Delfina Gómez Álvarez como titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Haber sido maestra fue sin duda la principal carta de presentación de la nueva secretaria.
¿Será prematura una evaluación de
Álvarez Gómez a casi un año de asumir el cargo? Probablemente, pero, sin
esperar que los grandes cambios lleguen de la noche a la mañana, mucho menos en
un sistema tan complejo como el educativo, no hay indicios, hasta hoy, de una
transformación importante de las políticas. El impacto que supondría la
presencia de una docente en el máximo cargo educativo aún no se percibe.
Persiste, como con otros secretarios,
lejanía entre los discursos y los hechos. La retórica acartonada de la
revalorización del magisterio sigue chocando y desvaneciéndose ante las
numerosas inconformidades de los procesos de promoción o con las añejas quejas
de los docentes de inglés a los cuales no se les puede ofrecer siquiera
vacaciones o servicios médicos. La autoridad que supondría la presencia de una
docente al frente de la SEP se vio severamente golpeada cuando el mismo
presidente de la República, públicamente, negó que los alumnos tuvieran que
entregar una carta de corresponsabilidad sanitaria firmada por sus padres, tal
como días antes lo había anunciado Delfina Gómez, a quien no le quedó de otra
que retractarse también públicamente.
En su discurso inaugural como
secretaria, la maestra afirmó que la SEP había perdido su alma y su esencia.
Acusó que los contenidos educativos se habían orientado más hacia la
competencia y la productividad, en detrimento de los valores, el amor a la
patria y el humanismo. Pese al señalamiento,
sigue sin terminar de ver la luz que desde hace ya algunos años se ha
denominado Nueva Escuela Mexicana. El cambio, en materia pedagógica, tampoco ha
llegado con la maestra.
Como su antecesor, el optimismo
desbordante de la maestra Gómez parece soslayar las problemáticas cotidianas que
se viven en las escuelas. Algunas afirmaciones rayan en lo increíble: ¿cómo
permitir que de la SEP se emita un boletín oficial que afirma que 9 de cada 10
aprendieron con Aprende en Casa? Tal dato podría parecer lógico para un
secretario que, dado su pasado laboral, confunde rating de televisión con éxito
educativo, pero no para una que pasó años en las aulas.
El panorama se ha nublado todavía más
para la maestra Delfina Gómez con la sanción del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación al partido político al que está afiliada, por irregularidades
en su financiamiento, producto del manejo de la nómina del ayuntamiento que dirigía
hace unos años. Irónicamente, en sus palabras iniciales como secretaria,
denunciaba que la SEP había sido víctima de desvíos. Algunos ya cuestionan la
continuidad de la secretaria en el cargo ante las implicaciones éticas y hasta
legales de los hechos. Las acusaciones públicas son cada vez más abundantes. Urge
una explicación contundente, si es que la hay, por parte de Delfina Gómez. La
naturaleza del cargo se lo exige: es quien encabeza, al menos en el
organigrama, la formación de la niñez y la juventud.
A casi un año de la llegada de la
maestra a la titularidad de la SEP quedan muchas preguntas en el aire: ¿Se
equivocó el magisterio al recomendar a una colega para ocupar tan importante cargo?
¿Qué ofrecerá la maestra a diferencia de sus antecesores, en función de la
profesión que usó como principal carta de presentación y que, de acuerdo a su
primer discurso, le daba legitimidad para ocupar el cargo? ¿Por cuál puerta de
la SEP saldrá la maestra cuando termine su encargo: por la de adelante o la de
atrás?
*Rogelio
Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc.
Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto
Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación
Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter:
@proferoger85
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