Rogelio Javier Alonso Ruiz*
Los productos de las guías de trabajo que para las sesiones de Consejo Técnico Escolar son generadas por la autoridad central, fueron incluidos en un largo listado de documentos que, de acuerdo con funcionarios educativos colimenses, serán solicitados a las escuelas para ser sometidos a auditoría. La indicación es precisa: no se trata de evidenciar el trabajo con actividades propias de los centros escolares, sino con el cumplimiento de los productos específicos que se establecen en una guía de trabajo que se presenta a sí misma, de manera explícita en su introducción, como una mera sugerencia, pero que el afán verticalista la asume como mandato. La situación anterior sin duda aplasta la esencia de los Consejos Técnicos Escolares.
Seguir al
pie de la letra las guías de los Consejos Técnicos Escolares provoca que se
aborden temas y contenidos ajenos a la realidad o que poco abonan al
funcionamiento de la institución. Ya
alguna vez se solicitó, provocando risas entre los maestros, generar
estrategias de comunicación para aquellos alumnos con los que se estaba
incomunicado. En otra se propuso que los docentes reflexionaran sobre problemas
ambientales, como si no tuvieran asuntos escolares suficientes en qué pensar. Ni
qué decir de las hoy olvidadas “pausas activas”, que hacían de las sesiones
espacios para promover la salud física. En las sesiones más recientes, fue
motivo de una burla intensa en redes sociales los viajes al pasado que, a
través de un audio de casi veinte minutos, se promovieron para sensibilizar
sobre el nuevo plan de estudios.
No se puede
soslayar la ausencia de voluntad para ejercer la autonomía del Consejo Técnico
Escolar. Esta situación se manifiesta claramente cuando, en cadena, desde las
autoridades hasta el colectivo escolar, hay un sometimiento a las guías de
trabajo generadas desde las oficinas centrales. El apego excesivo a estos
documentos es un mal síntoma de la libertad que, se supone, debería prevalecer
en el Consejo. La situación se fomenta desde la autoridad educativa y se acepta,
en muchos casos sin reclamo, por supervisores, directores y maestros. Obedecer
es más fácil que decidir y reproducir que crear.
Este
planteamiento de los Consejos Técnicos Escolares fomenta que se perciba como una
prioridad la entrega de un producto (léase papel) a la autoridad inmediata
superior. Ya no basta el acta de la sesión, firmada por todos los miembros del
Consejo, para comprobar el trabajo. Ahora, poniendo procesos de auditoría como
pretexto, autoridades exigen a las escuelas apegarse a cada uno de los
productos de la guía oficial, digitalizarlos y enviarlos para su revisión; si
no se siguió lo que el documento marcaba, se tiene que exponer la razón, como
si la autonomía del Consejo no fuera motivo suficiente. ¿Es la entrega de
productos ideados desde un escritorio extraño la única manera de comprobar el
funcionamiento de un Consejo Técnico? Olvidan quizá que “la regulación excesiva
conduce a la burocratización” (Santos, 2002, p. 76) y ésta, a su vez, a la
simulación.
Es pues lo
que está pasando en esta entidad, así como en algunas otras, claro ejemplo no
sólo de una cultura verticalista, sino del privilegio de los asuntos
administrativos por sobre los pedagógicos. Si bien la autoridad educativa debe exigir
el buen funcionamiento de los Consejos Técnicos y las escuelas tienen
obligaciones para hacer buen uso de este espacio, es inaceptable pensar en
estos órganos como instancias que responden a actividades estandarizadas. No se
pretende negar que la educativa, como cualquier otra actividad laboral,
implique compromisos administrativos, pero éstos no deberían afectar los
asuntos académicos. ¿Es tal el desprecio a los Consejos Técnicos Escolares? ¿Suponen
que entregar un producto, que por cierto circula ya contestado en las horas
previas a la sesión, es garantía de que el Consejo Técnico sesionó
adecuadamente? ¿No es suficientemente grande la simulación como para alcanzarla
a ver? La autoridad educativa está confundida: no está vigilando, está
controlando.
*Rogelio
Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc.
Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto
Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación
Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter:
@proferoger85
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