Rogelio Javier Alonso Ruiz*
Corría el año 2012 cuando, en medio
del agitado debate público que antecedió a la reforma educativa peñista, surgió
el documental “¡De panzazo!”, que mostraba información estadística y
testimonios sobre la crisis escolar mexicana. Se acusó al documental de
explicar con parcialidad el fracaso educativo, denigrando de paso la imagen de
la escuela pública y el magisterio. “¡De panzazo!”, expresión que en el medio
escolar alude, entre otras cosas, a mediocridad o a aprobaciones fortuitas,
impulsó a los detractores de una reforma educativa que modificaría, entre otras
cosas, los esquemas de permanencia y promoción del profesorado.
Más de una década después de la
publicación del documental, la expresión que le dio título volvió a aparecer en
el medio educativo, ahora en los procesos de promoción horizontal del
profesorado de educación básica: en diversas entidades se ha observado la
asignación de estímulos económicos a participantes que, en el mejor de los
casos, apenas lograron la mitad de puntos posibles en el concurso.
En Colima, por ejemplo, después de una
larga demora, la autoridad educativa local anunció que, tras grandes esfuerzos,
publicaba la lista de 22 docentes colimenses de sostenimiento estatal que
habían sido seleccionados para obtener incentivos tras su participación en los
procesos mencionados. La escasa cantidad de beneficiados (incluso menor el año
anterior) no fue lo que más alarmó a algunos, sino los puntajes con los que
fueron promovidos: de los cuatro grupos de participantes, en tres hubo una gran
proporción de seleccionados que obtuvieron puntajes menores a 60, de 100
posibles. Fue suficiente, en alguno de los grupos de participantes, obtener 45
puntos para hacerse acreedor al incentivo. Lo sucedido en Colima, por cierto,
se repitió en otras entidades.
La distribución del presupuesto colimense
por grupos de participantes trajo consigo una asignación de estímulos, no sólo,
como ya se ha dicho, con puntajes deficientes, sino también una muy desigual
proporción de ganadores en relación a los participantes: mientras en el grupo
tres de docentes se incentivó al 68% del listado nominal (15 de 22), en el
grupo de directivos sólo al 7% (1 de 14). Asimismo, en este último grupo el puntaje por
el que se accedió al estímulo fue de 80, mientras que en el grupo uno, como se
mencionó, fueron necesarios apenas 45 puntos.
Quien escribe estas líneas acudió a los
departamentos educativos locales correspondientes a exponer la situación y
buscar explicaciones al respecto. Hasta el momento, pese a una promesa de
respuesta inmediata, las respuestas no han llegado. Era de esperarse la única
certeza obtenida: la decisión proviene del departamento que maneja los asuntos
financieros. El silencio, pues, da pie a la especulación.
¿Es el “estirar” el recurso el único
criterio al alcance de quienes asignan los estímulos económicos? ¿Pasa
inadvertido el hecho de que se premien participaciones con resultados tan
limitados? ¿Es
adecuado premiar a un directivo por cada 20 docentes, como en Colima y otras
entidades, sólo porque sale más barato? ¿Es congruente la premiación de
puntajes escasos con los discursos de un grupo político que cacarea la
“excelencia” educativa?
Sin perder de vista que el desempeño
en un concurso por incentivos no determina la calidad del desempeño profesional
y que la asignación de estímulos selectivos no debería distraer de la pugna por
mejores condiciones salariales generales, llama enormemente la atención el
hecho de que se premie a quienes no fueron capaces de obtener al menos un
porcentaje aprobatorio o a quienes apenas rasguñaron la medianía de puntos. Lo
anterior va en detrimento de la calidad y seriedad de los procesos de
promoción. Revivió pues, paradójicamente por quienes pregonan la excelencia
educativa, la expresión “¡De panzazo!”.
*Rogelio
Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc.
Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto
Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación
Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter:
@proferoger85
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl texto critica la promoción horizontal de los docentes en el sistema educativo mexicano, señalando cómo los incentivos económicos son otorgados, en muchos casos, a participantes que obtienen resultados mediocres, con puntajes que apenas alcanzan la mitad de los puntos posibles. A través de ejemplos específicos, como el de Colima, el autor cuestiona la coherencia entre los discursos de excelencia educativa y la realidad de los procesos de selección, donde incluso puntajes bajos son suficientes para recibir estímulos. Esto genera dudas sobre la equidad y la seriedad de estos procesos, sugiriendo que criterios financieros prevalecen sobre la calidad del desempeño. El texto plantea una crítica a las prácticas que, en lugar de premiar la excelencia, terminan fomentando una cultura de conformismo y falta de rigor, reviviendo la noción de aprobar "de panzazo".
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Soy maestro en la licenciatura en administración